En el diccionario de la Real Academia del Ciclismo se puede leer claramente la definición de Expreso de Berna: dícese de aquel ciclista que sistemáticamente cancellara o cancelase cualquier intento de ataque por parte de los rivales, sean estos personas físicas como Tom Boonen o adoquines infernales como los del Tour de Flandes.

Vuelvo a recurrir al video para dotar de credibilidad a mis palabras.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=CxH8vGqLVM0]

Ni un ejército de tíos del mazo armados con pajarones, pájaras o vulgares desfallecimientos hubieran podido con la bestia suiza. Ni Eddy Merck, ni Bernard Hinault, ni Lance Armstrong –que por cierto estaba allí- han hecho nunca parecido. La exhibición de Fabian Cancellara en el pavés flamenco dejó boquiabiertos a propios y extraños, a entendidos y profanos, y hasta algunos lectores de este blog como los hermanos Ballesteros.

Era una tarde aburrida de domingo, pongamos que de finales de vacaciones para dar más dramatismo al asunto. Era la siesta o poner Teledeporte. Elegí Teledeporte, pero con poca fe. Era más un preámbulo para la siesta, la última antes de volver a incorporarme al mundo laboral, ese absurdo mundo paralelo en el que se duermen menos de diez horas diarias y la ingesta de cerveza queda brutalmente restringida. Cuando de repente atacó Cancellara.

Por lo que se ve, le habían informado mal de la hoja de ruta. Le habían dicho: hasta aquí tienes que hacer una carrera con “los otros” y luego, en lo más duro, empiezas una contrarreloj. Tú sólo, y a tope.

Como buen Federer, como buen suizo disciplinado, cumplió a la perfección, firmando una de las gestas más grandes del ciclismo moderno. Hablamos de la ciclismo infernal, de ciclismo de pavés, del que machaca y destroza las piernas de los más fuertes, y el chaval este parecía que estaba en otra galaxia.

Una semana después se doctoró en adoquines ganado la Paris-Roubaix y ya hay quien lo compara con Indurain. Dicen del maestro de la contrarreloj que podría llegar a ganar el Tour de Francia si perdiese 6 kilos y mejorase un poco en la subida, que puede llegar a desarrollar 570 watts de potencia y hasta 400 de media en una contrarreloj.

Lo que está claro -coincido plenamente con Francisco Moser en la afirmación- es que para batir el récord de la hora con una sola pierna sólo hace falta que le metan en la pista. Es un auténtica máquina, una locomotora, una pesadilla para El Tío del Mazo. Prácticamente imparable. Hay que ser muy de Pinto para poder ganar a este tío.

Por Techo Díaz

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