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La atracción del pedal: bares ciclistas

La atracción del pedal: bares ciclistas

 

 

Existe una injustificada percepción, no escrita, de que el alcohol está reñido con el ciclismo. Nada más lejos de la realidad. Los aficionados al ciclismo somos capaces de bebernos enormes jarras de cerveza helada cuando la ocasión lo merece o incluso, si se tercia, agarrarnos un pedal hasta que nos de la pájara o, lo que es peor, el Tío del Mazo, que en estos casos no tiene compasión.

El odio el alcohol no forma parte de la identidad ciclista. ¿Quién no recuerda las míticas etapas de la Vuelta que salían de destilerías DYC o el equipo Gin MG-Orbea, donde militó entre otros Perico Delgado?. La afición al vino de Jacques Anquetil, que, cuenta la historia, en una etapa de descanso del Tour se apretó unos cuantos vasos de sangría y 1,65 kg de cordero sin clembuterol, es legendaria.

Y si no que se lo preguntan al futuro ganador del pasado Tour –si la justicia, la inteligencia y el sentido común no lo impiden-, el luxemburgués Andy Schleck. Este blog ya relató sus aventuras y parrandas junto a Stuart O’Grady en la Vuelta a España, cuando en vez de acostarse al horario que sabiamente dictan Trancas y Barrancas decidieron probar el sabor de la Cruzcampo bien tirada y acabaron llegando al hotel a las cinco de la mañana.

Y es que no por tomarse una cerveza es uno menos campeón. La cuestión es saber dónde. Y este blog, en un enorme esfuerzo de investigación sin precedentes, ha descubierto una serie de bares donde también les gusta el ciclismo. Será una moda o será que ahora nos fijamos más, pero no es extraño ver en Madrid algunos bares donde entre los objetos de decoración destaca una bicicleta. Y claro, hubo que probarlos. Van aquí nuestras recomendaciones:

 

La Esquina de Eusebio: Conocidísimo bar por los aficionados al ciclismo, al buen comer y al buen beber. Tiene una chimenea en el centro de la que salen unas raciones de carne impresionantes, que es recomendable acompañar por las raciones de tomate con especias. Pero sí es famoso el bar es porque tiene la barra completamente atestada de canapés, que el visitante puede coger a su antojo, y por Eusebio, una especie de Pantani con coleta que da vueltas a una especie de bala gigante que tiene colgada del techo, sirve cañas a una velocidad pasmosa y grita cosas con mjucha frecuencia.

 

 

Suéltate el Pelo: bar de copas de reciente apertura, pasa por ser considerado un “museo de los 80”. Está decorado con todo tipo de peluches, posters, discos y juegos de los 80 y tiene un par de pantallas donde ponen reposiciones del Equipo A, Los Goonies, vacaciones en el mar o incluso anuncios de la época. Y claro, en el techo, además de un scalextric o el tablero del juego “enredos”, tiene colgada una California de la época.

 

O’Neills: un clásico ya irlandés del centro donde algunos bloggers se reúnen los jueves para renovar su compromiso con el fracaso en su intento de cambiar el el mundo y degustar unos Jameson excelentes. Será que el whisky irlandés lo sirven mejor en Irlanda, pero el caso es que está delicioso.

 

 

Por Techo Díaz

 

 

 

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