Contador y la legión extranjera

Hay una máxima que dice que la historia la escriben los ganadores. Y tiene muchos visos de ser cierta. Aún es pronto para saber cómo recordará la historia a Alberto Contador, si como un gran corredor al que el destino puso todo tipo de trabas a superar como un cavernoma cerebral, un compañero de equipo texano que le quiso reventar un tour y una acusación injusta de doping, o como un solemne tramposo que salió a defender su presunta inocencia en programas como la noria con la única intención de reírse de todos los que amamos el ciclismo.

En España, sin ir más lejos, tenemos el sangrante caso de Johann Mühlegg, un esquiador de fondo que ganó tres medallas de oro en las Juegos Olímpicos de Salt Lake City, compitiendo bajo la bandera española. Cuando Johann ganó las dos primeras había dejado de ser Johann. Era Juanito, un simpático alemán que por amor a nuestro país había renunciado a su nacionalidad y daba a España sus primeras medallas de oro en esquí desde los tiempos de Paquito Fernández Ochoa. El problema vino con la tercera medalla. Dio positivo por darbepoetina, el muy alemanote, y pasó inmediatamente a llamarse Johann, un oscuro alemán de pasado incierto que vivía con una santera y se había aprovechado de la ingenua federación española de esquí, que creía que ganando algunas medallas los juegos olímpicos de invierno iban a ser alguna vez para Jaca o para Granada.

Personalmente, no creo que estos casos tengan nada que ver. Seguimos, como al principio, creyendo en la inocencia de Contador, pero se trata de un caso muy ilustrativo para volver de nuevo al punto de partida: al de que la historia la escriben los vencedores. La historia es subjetiva, lo ha sido siempre, entre otras cosas porque quienes escriben el presente también lo son. Aquí y en Pernambuco. En Cádiz y en Sebastopol. Y también señores en Italia, en Bélgica y en Alemania.

Pretender disociar nacionalismo de prensa deportiva es sinónimo no haberse leído nunca un medio deportivo, o de estar en la parra a full time, que queda más moderno pero es igual de inútil para el caso. También de asiduos a la parra es insinuar, o declarar abiertamente, que sólo en España se defiende a las figuras deportivas mientras otros países mucho más avanzados y modernos hacen gala de un periodismo deportivo equilibrado, cerebral, que se rige por el amor al deporte y nunca por el auge que puede tener en determinado momento una u otra figura nacional.

Hagamos un breve paso por el periodismo deportivo extranjero de calidad. En la Italia de Berlusconi se ceban con el pinteño y recuerdan el caso de Alessandro Colo, castigado con un año de suspensión por clembuterol, y la operación Puerto, que se cerró con dos años de suspensión para Iván Basso, considerado durante muchos años el sucesor de Lance Armstrong, justo el año en el que al italiano le tocaba ganar el Tour. Claman Justicia.

 

 

 

 

 

 

 

 

En la ingobernable Bélgica reclaman para Contador el mismo trato que para Tom Boonen, estrella nacional y campeón del mundo en 2005, que ha sido condenado por dar positivo por cocaína en dos ocasiones. Claman justicia.

En Alemania, que fue hace sólo unos años potencia mundial y cuna del Poulidor moderno, Jan Ullrich, no han vuelto a conseguir una estrella de este potencial desde que el ciclista alemán se viese también implicado en la operación Puerto. Claman justicia, aunque una justicia diferente para Contador que para su tenista de mesa Otvcharov, absuelto con una tasa de clembuterol superior a la de Alberto.

En Francia pitan a Nadal cada vez que sale a la central de Roland Garros. Y sí, es posible que prefieran que un luxemburgués gane el próximo Tour de Francia, pero la prensa especializada no se ha cebado con el español. Se ha dedicado a informar. Otro tanto ha pasado en Inglaterra. No está previsto que en los próximos años un corredor francés o inglés vaya a ganar el Tour de Francia y ninguno de ellos se ha visto tampoco privado de hacerlo por una sanción de dopaje.

En Dinamarca la prensa no es tan rotunda ni tan fiera en sus ataques al español. No sólo es porque corra en un equipo danés, o porque su gran estrella y ganador del Tour del 96, Bjarne Rijs, haya reconocido doparse durante toda su carrera, sino porque está pendiente de resolución el caso de Philip Nielsen, positivo por clembuterol en la Vuelta a México del pasado año. Claman justicia, sí, la misma para Contador que para Nielsen.

Así que mirándolo bien no hay tanta unanimidad en la prensa internacional. Algunos han coincidido, eso sí, en destacar el importante valor que en este conflicto ha tenido el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha tenido reparos en emplear su gran influencia internacional para lograr, mediante un tweet, la absolución de Contador. La misma influencia que no utilizó para conseguir el mundial de fútbol o los juegos olímpicos para Madrid. Claro que entonces igual no sabía usar Twitter.

Porque la historia aún no ha dictado sentencia. La escribirán los vencedores, qué duda cabe. ¿Será la prensa belga, será el lumbreras que dijo lo del tweet o será una sentencia judicial que cambie el mundo del ciclismo y lo haga más humano? Lo sabremos en breve. Ojalá triunfe la verdad.

Por Techo Díaz

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