El chico tiene tirón. Es joven, algo más guapo que Indurain, mueve masas en un país como Luxemburgo y además no es español. Se le reconoce, además, desparpajo y muchos arrestos a la hora de atacar, como la brillante victoria firmada el pasado verano en el Galibier. Si fuese futbolista sería el fichaje ideal para Florentino Pérez, que se hincharía a vender camisetas y llaveros.
Porque el chico vende. Pero no hay manera de que gane un Tour. El año pasado lo perdió porque le faltaba su hermano. Este año lo ha perdido porque le sobraba su hermano. Y así año tras año. A este paso, al segundo escalafón del podio de los campos Elíseos se le va a quedar su marca hecha, como la de Homer en el sofá de los Simpsons.
Así que este año los librepensadores del universo ciclista han decidido encontrar una solución, no sea que con cargarse a Contador no baste. Porque si este año ha ganado Evans nadie asegura que el año que viene no pueda ganar Vinokourov. O la Tercera Advenida de Lance Armstrong.
El invento, que hoy por hoy no deja de ser un rumor, no parece especialmente brillante pero si tremendamente efectivo. Se trataría de fusionar el ya potentísimo equipo de los hermanos Schleck, el Leopard Trek, con la que fuera la escuadra del norteamericano de hierro, el muy competitivo Radioshack. Es decir, el primer equipo del mundo con el octavo, según el ranking UCI
De hecho, podrían correr con dos equipos el Tour del año que viene y seguro que con el filial se llevan más etapas que los equipos españoles y franceses juntos. Planteémonos por un momento una posible alineación: Andy Schleck, Frank Schleck, Fabian Cancellara, Janez Brajkovik, Haimar Zubeldia, Andreas Kloden, Chris Horner, Popovich, Leipheimer, Fugslang, Monfort, Voigt…
Y Johan Bruyneel, ganador de ocho tours, a los mandos. La verdad es que da miedo. Pero es que algo había que hacer, que ya va siendo hora de que se lleven otro tour en el Gran Ducado. Que cuando ganó Charly Gaul –grande entre los grandes- no se habían inventado ni los Beatles.
Por Techo Díaz
