Por Lejarreta Kid, enviado especial de El Tío del Mazo.- El Festibal con b de bici, organizado por el colectivo Biernes con la colaboración de Matadero Madrid se celebró el pasado día 9 de noviembre, como parte de las jornadas Lo normal es muy raro.
Que de qué iba, pues de la bici como solución, como juego, como estética. Como transporte y como liberación.
¿Mande? Pues entre otras cosas, se jugó al polo, en un campo muy sencillo pero muy chulo, con vallas que cerraban los lados como en el hockey, y en equipos de tres se dominaba todo el campo.
Se organizó también un taller de mecánica, donde enseñaron a ajustar los cambios y los frenos, a limpiar la bici sin llenar de agua el cuadro, o a regular el manillar. Se hicieron rutas por la ciudad para enseñar a los más peques (y a los más despistaos) las nociones básicas de circulación.
Hubo charlas, mesas redondas, se estrenó un documental, hubo una exposición de fotografía e información sobre ventajas y beneficios de la bicicleta. De lo más popular fue el espectacular muestrario de bicis a disposición de los visitantes, que generó mucho movimiento en la gran explanada del Matadero. La horizontal era una gozada de llevar.
Había de todo, gente mayor, críos, modernetes, vecinos, amigos, bicistas empedernidos (los más), en una suerte de reunión entrañable de viejos conocidos.
Me quedé con una frase del poeta ambulante (en tándem para ser más preciso): cuando te desvistes, una ambulancia se queda sin gasolina. Y es que aquello era como un circo de gente diversa a los que les había salido una bicicleta en alguna parte del cuerpo.
El Matadero aportaba un entorno también extraño y a la vez familiar. Una mezcla entre plaza de pueblo y patio de colegio, con aspecto de gigante abandonado y dormido, en el que parecíamos liliputienses en el cuarto de juegos de Gulliver. Y todo esto, no hacía sino remarcar y hacer patente que la auténtica locura es entregar nuestras ciudades a los coches y despreciar una forma tan sana, alegre y eficiente de transporte.
