Por Un Señor de Toledo – El Tour vislumbra ya sus etapas más importantes, y el Tío del Mazo está realmente impaciente por hacer de las suyas. La décima etapa de la carrera gala, de 194,5 km, no es que parezca, a priori, con el perfil suficientemente duro como para marcar importantes diferencias, pero cuenta con un destacado aliciente. Está claro que hablamos de la subida al Col du Grand Colombier, un puerto realmente duro e inédito hasta ahora en el Tour, no así en otras carreras, pero sí en la más importante del mundo.
Después de la contrarreloj, que dejó un panorama muy favorable para Wiggins, la carrera se reanudará con una jornada de montaña que tiene sólo un gran puerto, el Grand Colombier. Éste se subirá por la vertiente de Culoz, un total de 17,4 km al 7,1 % de desnivel, y desde su cima restarán 42,5 km, hasta la meta en Bellegarde Sur Valserine, con la tendida ascensión a Richemond intercalada.
Este puerto es largo, cuenta con algunas zonas de descanso y podemos decir que prácticamente está dividido en dos partes, pero si a su longitud, le unimos un desnivel medio del 7,1% y muchos tramos con una pendiente que ronda el 10%, tenemos una subida de las que le gustan al Tío del Mazo.
Si este puerto fuera final de etapa, otro gallo cantaría, pero con más de 40 kilómetros a meta, tras coronarlo, parece que los hombres importantes de la general se la jugarán en días posteriores. Sí que es un buen terreno para las escapadas, o porque no decirlo, para que nuestros ciclistas del MoviStar o Euskaltel o alguno de los españoles que militan en otras escuadras, tengan una buena oportunidad para llevarse su primer triunfo de etapa.
Después de esta etapa, los Alpes esperan y por supuesto, en este espacio encontrareis los oportunos análisis de las etapas.
