Por El Aguador – No sé si conocéis la Catedral de Burgos, que con sus impresionantes torres alcanza los 79 metros de altura. ¿Ya? ¿La habéis visualizado? Pues imaginad ahora añadir a esa altitud la de la Torre Eiffel, otros 300 metros. La cosa se pone seria, ¿verdad?.
Por si fuera poco, añadid la altura de una de las 4 torres de la Ciudad Deportiva en Madrid: los 230 metros de Torre Espacio por ejemplo. La altura del edificio resultante sería ya muy alta… pero la cosa no se acaba ahí. Si a esto le sumamos los 381 metros que tiene de alto el mítico Empire State (sin antenas ni agujas) resultaría un edificio brutal de 990 metros, una construcción cuya cima ni siquiera veríamos desde el suelo y a la que la gran mayoría de los mortales no soñaríamos con subir a no ser que fuera en ascensor.
Pues bien, una altura parecida, 987 metros es el desnivel que tienen que salvar los supervivientes de la Vuelta en los 11,4 kilómetros que dura la ascensión a la Bola del Mundo, lo que supone un desnivel medio del 8,4 por ciento y acabar la carrera a 2247 metros de altura, con lo que esto significa.
El perfil de la Bola del Mundo es durísimo y por si fuera poco, empeora a cada kilómetro que pasa y con una zona final de 3 kilómetros con rampas del 16, el 18 y hasta el 22 por ciento. ¡Ah! Y si la altimetría de la Bola del Mundo no fuera capaz de marcar diferencias, no hay que olvidar que antes de subir a este coloso los ciclistas llevarán en las piernas el Puerto de Navafría, el Puerto de Canencia, el Puerto de la Morcuera y el Puerto de Cotos.
La lucha entre Valverde, Contador y Froome por un jersey de color de rojo está servida.
