Por Techo Díaz.- Se esperaba un recorrido fuerte, que hiciese honor a la prueba que da nombre, a la carrera más importante del mundo desde que el mundo es mundo. Un recorrido que se alejase de la descafeinada pachanga para ingleses en que se convirtió la edición de 2012 dominada de principio a fin por el equipo Sky.
Quizás la presión de la Vuelta a España y el Giro de Italia, con recorridos cada vez más acertados y propuestas más originales, haya hecho plantearse a la prueba francesa que dormirse en los laureles no sea la mejor opción, en especial estando más tocada que nunca por el escándalo de Armstrong y los 7 tours que nunca existieron.
Con todo, el recorrido no es que sea una obra cumbre de originalidad y fantasía, ni de creatividad extrema, pero es equilibrado y fuerte y augura un gran espectáculo. Si Bradley Wiggins acepta el desafío que Andy Schleck y Alberto Contador le han lanzado, habrá cacho para todos. Hay tres etapas contra el crono, una por equipos, una llana y una cronoescalada. No parece kilometraje suficiente para que el luxemburgués salga por patas ni para que el inglés diga que no viene porque no hay contrarrelojes.
También hay montaña para todos: Alpes, Pirineos y Mont Ventoux para que no se diga. La carrera, como corresponde a toda una edición centenaria se decidirá en su cima más mítica, el Alpe d’Huez. Una inteligente elección. El Tour tiene sus mitos y sabe aprovecharlos. Pero antes se pasará por los Pirineos, son un final en alto, en Ax 3 Domaines, y uno bajando en Bagneres de Bigorre, tras el paso por los puertos míticos del Tour.
Y luego Mont Ventoux, y los Alpes. Tendrán que estar atentos los hombres del Sky, sea defendiendo a Wiggins sea defendiendo a Froome, ante tal acumulación de montañas y dos de los ciclistas no sólo más fuertes cuando los porcentajes se vuelven inhumanos, sino también más capacitados para atacar de lejos.
La etapa del Mont Ventoux será más larga que un día sin pan. 242 kilómetros para acabar a los pies de un puerto inhumano, que no tiene ni ha tenido jamás compasión con los que no están al 100% de sus posibilidades. Un buen día para El Tío del Mazo.
Y de ahí a los Alpes, donde se subirá, por primera vez en la historia de la centenaria carrera, dos veces el Alpe d’Huez el mismo día. ¿Qué podremos ver ese día? ¿Ataques importantes en la primera ascensión? Es muy pronto para saberlo, pero conviene tener apuntada la fecha para no quedar con nadie y reservar sitio en el sillón. Será un etapón de ciclismo. Por si fuera poco, los Alpes se completan con una cronoescalada y un final en el inédito puerto de Semnoz.
Andy Schleck y Alberto Contador estaban hoy sentados juntos, al lado de un Bradley Wiggins que hacía gala de patillas y aburrido gesto en un gala de presentación del Tour que por momentos se ha hecho un poco larga, pero que nos ha brindado imágenes preciosas de Córcega y de ediciones anteriores de la carrera. A su lado, Cadel Evans, Mark Cavendish, Philippe Gilbert, Thibaut Pinot y Pierre Rolland cerraban el círculo de ilustres invitados.
Sólo uno de ellos –o de los que no estaban hoy pero estarán en julio- subirá a recoger el último león de peluche cuando el sol se ponga en la ciudad de la luz. Porque la edición número 100 no es como las demás, y en esta ocasión hasta el final es diferente. Es de noche.
Una bonita idea para cerrar un Tour que se presiente especial, no sólo por la efeméride sino por el recorrido, y por la participación. Más montaña que contrarreloj, es cierto, pero no parece descabellado pensar que su actual campeón, Bradley Wiggins, se anime a correrla. Aunque si no lo hace, poco importa. Habrá ciclismo para rato: Contador, Schleck, Froome, Purito, Sagan, Valverde, Gilbert…
Hagan sus apuestas. Bienvenidos al espectáculo del ciclismo.
