Por Techo Díaz.- El día antes de la primera etapa alpina del Tour de 2009, Alberto Contador, ya anticipaba movimientos. “En Verbier no sé si pasará algo. Este Tour está siendo un poco extraño, pero creo que sí, que mañana tiene que haber movimiento de la gente de la general, porque las oportunidades se pasan”, dijo aquel día.
Contador compartía entonces equipo con Lance Armstrong en el Astana y era tercero en la general a seis segundos del líder. Lejos de estar decidido, el Tour afrontaba su decimocuarta etapa y, contra toda lógica, ni en el mismo equipo de Johan Bruyneel se tenía claro aún si se apostaba por el pinteño o por el texano.
Al día siguiente cambió para siempre la historia del ciclismo. A 5,5 kilómetros del final, tras la salida de una curva endiablada Contador acabó para siempre con el gran mito americano. Fue uno de los mejores ataques que se recuerdan, no tanto por la distancia acumulada (43″ al segundo, Andy Schleck, y minuto y medio al norteamericano) sino por la rabia acumulada con que atacó el madrileño y por lo que supuso, el final de una era. La primera y casi última vez que alguien derrotó, encima de una bicicleta, a Lance Armstrong en el Tour de Francia.
Años después, en este bonito rincón de los Alpes Suizos, alguien ha tenido a bien recordar este momento. El propio Contador informaba hoy en su Twitter sobre el hecho. Una placa recordará para siempre aquel momento mágico del ciclismo.
La idea me parece preciosa y ojalá se multiplique por todas las montañas del mundo. Subiendo este verano a los Lagos de Covadonga con los compañeros del Tío del Mazo, no podía dejar de evocar momentos míticos del ciclismo, desde Alberto Fernández a Perico Delgado, pasando por Laurent Jalabert, pero allí no había ni una mísera mención, ni un segundo para la historia.
Las montañas son la sangre del ciclismo, y se cuentan por miles los aficionados que, a su ritmo y no por ello exentos de valor, deciden y consiguen emular las grandes gestas de los ciclistas profesionales. Detalles como este hacen que se redoblen las ganas de doblegar estas cimas.
