Por Techo Díaz. Hay montañas que están marcadas para siempre. Algunas incluso para mal. Como la bajada del Col de Manse, donde Beloki se pegó aquel tremendo castañazo que le privó de aspirar a más en un Tour, el de 2003, en el que parecía rodar con más fuerza que nunca.
Doce años después, esa misma montaña ha vuelto para escribir un final feliz para el ciclismo español, con la victoria inconmensurable de un Rubén Plaza que ni siquiera figuraba en las quinielas, y que en la misma línea de meta ha tenido unas palabras de recuerdo para el campeón de Lazcano. No en vano, tanto Plaza como su implacable perseguidor en la bajada, el eslovaco Peter Sagan, han tenido algún susto en la peligrosa bajada. Pero el peor de todos se lo ha llevado el inglés Geraint Thomas.
Pero es más fácil explicar con imágenes:
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En el descenso de los líderes, tensado por un ambicioso Nibali, Warren Barguil choca contra Geraint Thomas, que pierde el control de la bici y se estrella contra un poste de madera. Suerte de casco y cabeza dura del galés, que además ha protagonizado una gesta digna de copar titulares: ha entrado a sólo 38 segundos de los mejores y ha conseguido mantener su sexto puesto en la general.
Se habla mucho siempre de los que ganan, pero lo cierto es que la actitud del gregario de Froome bien merece una ovación. Levantarse tras un golpe similar y, con el susto en el cuerpo, lograr reducir la pérdida a unos escasos segundos dice mucho de la valentía y el sacrificio de un ciclista que está bordando este tour. Chapeau Thomas.
