Por un Señor de Toledo.- Qué grandes aquellos viejos locos que pedaleaban y pedaleaban… No me cansaré nunca de elogiar y recordar a los que empezaron a dar forma y esculpir, pedalada a pedalada, lo que es el ciclismo que hoy en día conocemos… ¡Admirables las gestas de aquellos viejos locos!
En este post les toca el turno a dos pioneros del ciclismo español, dos hombres que, seguramente, muchos de vosotros no hayáis oído hablar nunca, pero que bien merecen ser recordados como unos héroes de la bicicleta en tiempos poco propicios, muy difíciles y crudos me atrevería a decir.
Ellos son, Vicente Blanco “El cojo” de Larrabetzu, del País Vasco y José María Javierre, un español, aragonés para más señas, adoptado desde muy joven por la vecina Francia. Ambos comparten un gran honor, que además ha sido desvelado hace pocos años, ya que se pensaba que el primer español en disputar el Tour de Francia, en 1910, había sido Vicente Blanco , más conocido como “El Cojo”. Y no es precisamente así, ya que un aragonés de nacimiento y francés de adopción, José María Javierre o Joseph Habierre -en francés-, lo hizo un año antes, en 1909, y también repitió en el de 1910, tal y como en 2004 revelaba la revista belga Coups de Pédales.
Hasta este momento se creía que el vasco Vicente Blanco fue el primer español en disputar el Tour, pero había otro español acogido por Francia que lo hizo un año antes. En cualquier caso, nosotros vamos a otorgar este honor a ambos, por la salvedad de que José María Javierre pasó gran parte de su vida en Francia e incluso corría con el nombre de Joseph Habierre, que no es más que el afrancesamiento de su nombre de nacimiento.
Qué grandes estos tíos! Nos quitamos el sombrero, o el casco ciclista, o lo que haga falta ante ellos… Vamos a conocerlos un poco más, porque correr en Tour en aquellos años era todo un reto y una aventura llena de ‘penurias’…
Vicente Blanco ‘El Cojo’ apenas podía andar pero en bicicleta ‘volaba’
Vicente Blanco era conocido como El cojo porque como su apodo indica era cojo, de los dos pies y según cuentan apenas podía andar cuando se bajaba de la bicicleta, incluso se dice que sus pies eran prácticamente dos muñones debido a sendos accidentes laborales. Era batelero y su vida no es precisamente un camino de rosas… Pero de Vicente se dice que cuando se subía a la bicicleta ‘volaba’, era su pasión y se convirtió en el centro de su vida. La historia de un luchador que merece ser recordada.
Para hacernos una idea de la raza de El Cojo, vale con recordar que para disputar el Tour de Francia se fue el sólo desde Bilbao hasta París en bicicleta sin más equipación que un viejo maillot de lana y un zurrón con un poco de comida y escasos ‘cuartos’. Más de 1.000 kilómetros se hizo para llegar a la salida del Tour en París y sin apenas unas horas para descansar del viaje, se lanzó a la disputa del Tour. Se tuvo que retirar en la primera etapa, da igual… En su zurrón llevaba en ese momento más de 1.000 kilómetros y mucho, mucho coraje y amor por la bicicleta. Ya era un héroe.
Esto es épica del ciclismo, es la historia de uno de los tipos que fueron pioneros en este deporte. ¡Olé Vicente, qué tío más grande!
José María Javierre o Joseph Habierre: el español que luego fue francés
José María Javierre nacido en Jaca y exiliado desde los cuatro años, junto a su madre y sus cuatro hermanos, en Francia. Tampoco vivió una infancia florida, nos hacemos una idea… Afrancesado por pasar la mayor parte de su vida en el país vecino, disputó como 21 años el Tour de Francia de 1909, quedando el 17º. Un hombre cuya pasión también era la bicicleta y que siendo escrupulosos, es el primer español en disputar el Tour, ya que hasta 1915 no renunció a la nacionalidad española.
Al año siguiente, en 1910, también disputó el Tour de Francia y lo terminó, esta vez el 24º. Y en París, en la salida de la ronda coincidió con Vicente Blanco ‘El cojo’; y aunque ellos no lo supieran, la historia los iba a recordar por estar en ese momento y en ese lugar con la bicicleta por bandera y su raza como compañera de fatigas, comenzaron a labrar una bonita historia, una historia de bicicletas y ciclistas, una de las que nos gusta contar y aún más recordar.
¡Qué tíos, que grandes aquellos viejos y benditos locos por la bicicleta!
