Así será la Milán-Sanremo 2020, el primer Monumento post-confinamiento
Parecía imposible, pero el 8 de agosto ya está aquí. Casi un mundo sin carreras y algunas de ellas que se quedaron en el camino, pero nada hay tan resistente como una clásica. Máxime si se lleva celebrando desde 1907 y solo se ha suspendido tres veces (1916, 1944 y 1945).
Este año cambiará una de sus señas de identidad. De abrir la primavera pasa a celebrarse en agosto, pero su esencia sigue igual. 299 kilómetros para unir las ciudades de Milán y San Remo con el Poggio y la Cipressa como opciones para evitar sprints masivos. Este año será un pelín más larga aún, ocho kilómetros, debido a las reticencias expresadas por algunas localidades a que la Clasicissima pasase por sus territorios.
Una clásica siempre es una clásica, pero este año la carrera italiana será especial. No solo por las ganas que todos tenemos de ciclismo, sino porque estamos viviendo la temporada más rara del mundo. No sabemos aún quién tiene realmente fuerzas este año, pero sí que todos van sobrados de ganas de ganar.
Ello puede hacer aún más emocionante una carrera en la que habitualmente triunfan los sprinters con fuerza (Freire se la llevó 3 veces), pero en la que también hay espacio para que ciclistas como Nibali, Fignon, Chiapucci o Kwiatkowski se lleven el gato al agua.
Así pues, resulta arriesgadísimo mojarse con los favoritos con 15 días de antelación, antes aún de que arranque la Vuelta a Burgos, pero como hay ganas de hacerlo soltaremos unos nombres. Peter Sagan, Julien Alaphilippe (último vencedor), Caleb Ewan, y los prodigiosos Van Aert y Van der Poel, en los que todo el mundo confía. Clásicos como Gilbert o Kwiatkowski estarán en la lucha y hay quien también da opciones al jovencísimo Evenepoel. Puestos a imaginar, la opción española se llama Iván y se apellida García Cortina.
Cierto que sería una gran sorpresa, pero si algo permite esta extrañísima temporada es soñar desde el minuto 1. La carrera, por cierto, podrá verse en Eurosport.
