Por Javier García
El ciclismo es lo que es hoy en día gracias a lo que hicieron figuras como Bernard Hinault en el pasado, partamos de esa base. El apodo de “El Caimán” no se le regala a cualquiera, diez grandes vueltas y 216 victorias profesionales quizás sean un argumento sólido para alcanzarlo. Nos remontamos a 1986, Hinault, ya en el ocaso de su carrera, lograba una de sus victorias más polémicas, una bolsa de plástico le daba la general final de la Vuelta a la Comunidad Valencia, la misma que hace poco más de 48 horas bajaba el telón de su 75º edición.
El 23 de febrero de 1986 tuvo lugar la última etapa de la Vuelta a la Comunidad Valenciana. La lucha por la general la protagonizan dos polos opuestos, Jesús Blanco Villar (promesa que acaba de comenzar su andadura en el profesionalismo) y Bernard Hinault (acumula 5 tours bajo el brazo). La carrera valenciana no se conquista con el palmarés, sino con las piernas. Blanco era el líder virtual a falta de 60 kilómetros para el final de la edición, Hinault respiraba en su nuca a solo dos segundos.
The great Bernard Hinault (Fra) ” the Badger” won the Volta a la Comunitat Valenciana in 1986. pic.twitter.com/R8lFsgRarl
— The World of Cycling (@twocGAME) February 3, 2023
Blanco era el vigente ganador de la Volta, 30 vueltas por el circuito urbano valenciano le separaban de su segundo triunfo parcial, nada menos que ante el pentacampeón del Tour de Francia. A falta de tres giros para el final de la carrera, la desgracia y la mala fortuna se cruzaron en el camino del corredor del Teka. Una racha de viento arrastraba una bolsa de plástico hacia la cadena de Blanco Villar, no había manera de sacarla de la transmisión, hay que parar. El gallego cambia la bicicleta con uno de sus compañeros, mientras tanto el pelotón no aminora la marcha y va desapareciendo por el horizonte.
Blanco ve como un trozo de plástico esta haciendo que en esos momentos ya sea segundo en la general. La persecución se antoja imposible y las opciones de reenganche solo giran entorno a la acción de un trascoche, que finalmente se acaba produciendo. El director del Teka le ordena que se agarre a la ventanilla, acelerón de 200 metros y Blanco está de nuevo en el grupo principal, parece que al león no le han pisado la cola, nada más lejos de la realidad.
La carrera termina con el grupo unificado, Blanco Villar es el nuevo ganador de la Volta. En plena celebración todo se chafa, un juez alerta de que el dorsal 1 no ha ganado la carrera. La incredulidad aumenta entre vencedores y vencidos. El castigo: cinco segundos de penalización a Blanco que le sirven en bandeja el título a Hinault.
Los reproches se desataron entre ambos corredores a escasos pasos de la línea de llegada. Hinault se decantó incluso por no subirse al podio de la carrera, Blanco Villar seguía presumiendo de un triunfo del que ya era huérfano. Hinault clavaba su bandera en la Volta, una de sus victorias más grises de su carrera profesional. En noviembre de ese mismo año el Caimán, que no había podido ganar su sexto Tour, colgaba de forma definitiva la bicicleta.
