Por Javier García
Oier Lazkano continua su progresión imparable en el mundo de las clásicas, tras finalizar 3º en la Kuurne- Brusselas-Kuurne. El vitoriano sigue haciendo historia, es el primer corredor español en pisar un cajón del podio de la clásica belga, que se disputa desde 1945. La punta de lanza de Movistar no fue capaz de soltar a sus compañeros de fuga durante la competición, algo que sí logró durante la posterior celebración. Lazkano se bebió de un trago la cerveza protocolaria ante la mirada atónita de Van Aert y Wellens, que apenas mojaron los labios.
🍺 @LazkanoOier, cerveza de trago.
😅 Hasta Van Aert alucinaba.#KBK24 | #LaCasadelCiclismo pic.twitter.com/G5FoVTJZJT— Eurosport.es (@Eurosport_ES) February 25, 2024
En ese trago se evidencian muchas de las cualidades de uno de los ciclistas de moda en el pelotón mundial. Espontaneidad a raudales, sencillez y sobre todo una sed abrumadora. Si quieres dominar las clásicas de Flandes irte de Erasmus al Opening Weekend es algo más que una recomendación, Roma no se conquistó en un día. Sin embargo, todo buen estudiante tiene un día regular, eso es lo que fue Omloot Het Nieuwsblad para él. El talento puro pasa por cosas como esta, de quedar 120º un sábado a brillar junto a Wout Van Aert un domingo.
Uno de los principales síntomas de que estás tirando la puerta abajo reside en que te dé méritos quién la tiró con anterioridad. Van Aert, flagrante ganador de la Kuurne, reconocía 72 horas antes de su triunfo las ganas de compartir una fuga con el español. Así son los de Vitoria, deseo cumplido. El resultado marca la grandeza en este deporte, pero el camino siempre debe dejar enseñanzas. Compartir 70 kilómetros de fuga con Wellens y Van Aert en su escenario ideal mínimo te doctora ante los monstruos de Flandes.
Un imberbe de apenas 24 años al lado de dos ciclistas que bailan en este terreno no es un accidente. Lazkano es un potro desbocado con pedaladas que cruzan desiertos. La cabeza cada vez sobresale más entre los mejores y lo deslumbrante es que nadie visualiza la cumbre de su techo. La capacidad de sufrimiento es otra de sus armas de seducción. Saber vaciar el tanque hasta la extenuación o dejar un metro con el de delante dejan un oficio de trilero en el tintero.
Lazkano también tiene ese olfato característico de la fuga de la fuga. Fue ese instinto el que le llevo a seguir la rueda de Van Aert a más de 60 de meta. Una idea que es contemplada por muchos, pero solo llevada a cabo por unos pocos elegidos. Lazkano no pudo poner el broche con la victoria, pero volvió a dejar una actuación portentosa entre el pavé belga. Quedarte sin aire en un sprint final sabe mejor si te bebes de un trago medio litro de cerveza Kwaremont.
