Por Techo Díaz.- Mucho se hablado, y no siempre bien, del multimillonario ruso Oleg Tinkov, aficionado a criticar a las estrellas de su equipo y decir que no atacaban lo suficiente para justificar el alto sueldo que cobraban.
Pues bien, hace unos minutos tenemos la confirmación oficial a la noticia que adelantaba La Gazzetta dello Sport: Oleg Tinkov ha comprado el 100% del equipo a Bjarne Riis, que seguirá como manager deportivo tres años más pero ya desvinculado a la dirección del equipo. En rueda de prensa, el danés ha expresado su alivio por poder dedicarse enteramente al equipo y no tener que perder el tiempo por ahí buscando patrocinadores.
Ya se conocerá más del asunto, pero no parece ni medio normal el desenlace folletinesco de una de las relaciones más controvertidas en el mundo del ciclismo moderno, la protagonizada entre el millonario ruso y el campeón español Alberto Contador. Fiel a los patrones de una película de sábado de Antena 3, millonario y ciclista se aman, rompen, se enfadan y ahora vuelven a quererse, con un danés por medio que se supone que es el mejor colega del de Pinto.
Personalmente echo bastante a faltar algún tema como “It must have been love”, que le da mucho dramatismo a este tipo de situaciones, o alguno de los Crowded House, que también acompañan muy bien este tipo de ruedas de prensa. Cuentan los que han podido estar en Londres o verlo por streaming que un buen psicoanalista se podía haber puesto las botas estudiando los gestos de los tres protagonistas, mucho más reveladores que sus aburridas palabras.
Nadie se ha salido del guión en cuanto a las declaraciones, así que a interpretar queda. La sinopsis de la película, por si no la conocen, es esta: millonario que de joven quería ser ciclista patrocina el equipo de un danés, ex ciclista, que cuenta entres su filas con el hasta entonces mejor corredor del mundo. El ciclista y el danés se hacen amigos, pero llega el Tour de Francia y el ciclista no lo gana. El millonario arremete contra el ciclista y dice que no se esfuerza. Además, le acusa de no llevar una alimentación adecuada con constantes referencias a los filetes (esta es la parte más complicada, es un poco lío). Se enfadan. Rompen. El ciclista y el danés hacen una rueda de prensa para anunciar que siguen juntos, y que pasan del rico. El rico intenta comprar otro equipo, pero le cierran las puertas. Anuncian una rueda de prensa en la sede de Google y la gente se flipa, hasta el punto de pensar que el buscador será el nuevo patrocinador del equipo. Empieza la rueda de prensa. Salen los tres. Se dan la mano. Sonríen. Fin de la peli.
Dicen que segundas partes nunca son buenas, pero El Padrino II salió de puta madre. A saber. Tampoco es que la primera haya sido un peliculón.
