Por Javier García:

Hay ocasiones donde la inspiración es ingobernable, incluso para quien la posee. El esloveno ha vuelto a reforzar su candidatura en la presente edición del Tour de Francia con una exhibición final portentosa. La estocada, a 5 de meta, ha colocado el primer «Jaque» de la general de la carrera. Vingegaard ya es segundo en la clasificación, pero se sitúa a 1´57”, lo que le obligará a buscar estrategias diferentes. Carlos Rodríguez sigue 5º, aunque más cerca de Almeida.

Tras el sofocón de ayer llegaba el turno de presenciar una jornada con las espadas en todo lo alto. El primero de esos exámenes de fin de curso para Vingegaard y Pogacar, los dos alumnos aventajados del pelotón. La graduación de la fiesta de los Pirineos esta vez correría a cargo de 4000 metros de desnivel, con un tríptico de ensueño con Tourmalet, Hourquette y Saint Lary Soulan. Hablamos de uno de esos días donde resulta inevitable ponerse nervioso.

La desbandada de corredores en busca de la aventura del día no se hizo esperar. Enric Mas fue uno de los primeros en dejarse ver, con la esperanza de dejar atrás una primera parte de carrera más que atragantada para él. Su intento no tuvo fortuna, al igual que el de muchos rebeldes. Pogacar y su UAE mostraban desde el principio una actitud con tintes de abusón de patio de colegio. Al recreo no se sale hasta que la profesora lo dice, importa poco que ya  sea la hora.

En la frontera de los 100 kilómetros a meta llegaba por fin la sensación de desahogo al gran grupo. Van der Poel, Coqard y De lie veían premiada su testarudez. Tras ellos un reguero de corredores de la entidad de Lazkano, Healy, Gaudu o Kwiatkowski, entre muchos otros. Mientras UAE jugaba al tira y afloja en la barrera de los 3 minutos, llegaba el primer entrante del día con aires de plato principal, Col du Tourmalet.

Cuanto mejor es el malo mejor es la película. En España tenemos la suerte de tener uno de los villanos más especiales del ciclismo actual, Oier Lazkano a los mandos. Encuadrar al alavés en un hábitat concreto resulta más que difícil, a los genios no se les puede dejar encerrados en casa. Un ataque en el último kilómetro para completar una compostelana cada vez más condecorada, pasar en cabeza por una de las cimas históricas de este mundillo. Un sofocón de los que te acuerdas en unos kilómetros, pero que le quiten lo bailao´.

Tras una nueva reanudación volvía la calma tensa a la carrera, el baile final se dejaría para la última ascensión. Dentro de los 10km finales la sintonía sonaba familiar. UAE quería ver si Vingegaard aspiraba a la matricula de honor o se quedaba en el sobresaliente, la línea era muy fina. El test esta vez era sorpresa, Adam Yates atacaba buscando descolocar a la colmena del Visma. Paralelamente, la crueldad volvía a tomarla con la fuga, de nuevo no saldría por la puerta grande.

A 4,6 llegaba el turno del solo de corneta. Pogacar arrancaba la moto ante un Vingegaard al que parecía que el gas hoy no le rebosaba precisamente. A pesar de la inspiración del esloveno, el hueco entre ambos volvía a congelarse, las fuerzas no eran más que una réplica. El empeño del vigente ganador del Giro provocaba que en este asalto la toalla la tirará el de enfrente. Pogacar se reivindicaba por enésima vez sin necesidad y lograba su segunda victoria en esta edición. Un golpe que no es definitivo, pero si adquiere un papel protagonista en los días posteriores. 

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