La nueva bici de Cancellara
Dentro de unas horas se conocerá el nombre del nuevo campeón del mundo de ciclismo contrarreloj y todas las quinielas apuntan al mismo hombre: Fabian Cancellara. El bernés – así se llaman los nacidos en Berna, lo he tenido que buscar en Wikipedia- ha sido un imán para las polémicas desde que un iluminado comentarista de la RAI le acusase de poner un motor a su bicicleta.
Gane o no esta noche, seguro que en las antípodas le cae más de un chascarrillo a propósito de su bicicleta. Que si el pedal electromagnético de impacto colateral no intrusivo le propulsa más de lo normal, que si el sillín establece sinergias, que si el manillar redinamiza las isógramas de presión…
Pero no nos engañemos, esa bici es un ful. En los 80, una época en que los ciclistas tomaban anfetas o se llamaban perico, sí que se hacían bicis de verdad. No jugábamos a las chapas por casualidad, es que las bicis molaban en serio.
Sin ir más lejos hubo un ciclista que se llamaba Elliott. Nunca corrió el Tour de Francia, ni se tiene constancia de que llegara a competir en profesionales, pero una vez tuvo que correr por un amigo. Y corrió. Corrió en serio.
Hoy algunos definen aquello como una de las escenas más bellas e impresionantes jamás filmadas, pero lo cierto es que fue un etapón. Ni Merck, ni Anquetil, ni Indurain, ni Armstrong, aquello fue un chaval corriendo para salvar un amigo.
Les dejo con la mejor imagen de ciclismo que nunca haya visto
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Gracias @carsoria por la inspiración
Por Techo Díaz
