Por Techo DĆ­az.- Hace unas semanas cayĆ³ en mis manos unos de esos artĆ­culos que se convierten en virales, donde se abordaba con bastante clarividencia la estupidez humana. Reflexionaba el texto sobre la incapacidad de toda una generaciĆ³n para descansar, sobrepasada por el exceso de oferta, ya sea cultural, deportiva o gastronĆ³mica. Pero sobre todo vacacional. De un tiempo a esta parte (y ya lleva durando bastantes aƱos) las vacaciones de la gente que conozco consisten en irse a un lugar lejano -si no has estado en Tailandia no eres nadie- y recorrerte de forma intensiva todos los lugares que aparecen en la guĆ­a Lonely Planet o has leĆ­do en foros de Internet. Y colgarlo en Facebook, claro. El objetivo bĆ”sico de las redes sociales es dar envidia y lleva trabajo.

Todo eso es un planazo, no nos engaƱemos. Yo lo he hecho durante aƱos y no me arrepiento de ninguno de mis viajes. Ahora bien, acabas reventado. La sensaciĆ³n al volver no es de recarga de pilas, sino de baterĆ­a completamente agotada. Y es entonces cuando te das cuenta de que todo se ha acabado y de que toca volver a empezar de nuevo.

En un arranque de nostalgia, el artĆ­culo en cuestiĆ³n nos hacĆ­a echar la vista atrĆ”s para recuperar nuestra niƱez y preguntarnos cuĆ”ndo fue la Ćŗltima vez que pasamos quince dĆ­as en una playa de Tarragona sin hacer absolutamente nada. No sĆ© si todos habĆ©is tenido esa vivencia, pero sea en la playa, en el pueblo o en la montaƱa, lo cierto es que antes el verano se vivĆ­a de otra manera. Con tiempo para aburrirse, incluso. Con tardes eternas montando en bici, jugando a fĆŗtbol con la misma gente y mirando de lejos a la chica que te gustaba porque, total, ya habrĆ­a tiempo para entrarla.

Tiempos y veranos que ya no volverĆ”n, o no de la misma manera, pero que no tienen que quedar para siempre relegados al olvido. Pueden incluso mejorar, si se les aplica la fĆ³rmula correcta, que no es otra que combinar actividades y relax en su justa medida, con un solo campamento base desde donde poder emprender todo tipo de aventuras sin necesidad de recorrer cuatro paĆ­ses en trece dĆ­as.

FĆ”cil no es, claro. Encontrar un sitio que concentre relax, aventuras y gastronomĆ­a en un cĆ­rculo de 50 kilĆ³metros y que ademĆ”s nos proporcione fotos suficientes para mantener Facebook e Instagram a pleno rendimiento es harto complicado, pero no imposible. Lugares asĆ­ existen, y no tan lejos como pensamos, ni tampoco masificados. Como el Sobrarbe aragonĆ©s, en la provincia de Huesca, con una densidad de poblaciĆ³n similar a la del Sahara y una red de senderos para montar en bici envidiada a nivel internacional.

Si la zona, en los alrededores del Parque Nacional de Ordesa, es de por si soberbia, la gota que colma el vaso la pone el Hotel BarcelĆ³ Monasterio de BoltaƱa, un enclave espectacular dotado de piscina, spa, huertos y villas diseƱadas especĆ­ficamente para ciclistas. Un sitio que no deja indiferente a nadie, un remanso de paz desde donde diseƱar las vacaciones perfectas mezclando bicicleta, montaƱas, tranquilidad, cervezas (ojo a la artesanal Tronzadora), paseos, cultura y hasta ese infravalorado aburrimiento que tanto echamos de menos en la vida moderna.

En EspaƱa hay mĆ”s de 200 hoteles Bikefriendly, es decir, establecimientos que no sĆ³lo cuidan al ciclista, sino que tienen un sello de calidad que lo acredita. Para ello, deben tener como mĆ­nimo un espacio donde guardar las bicicletas bajo llave, herramientas, zona de lavado y rutas que salgan del alojamiento o muy cerca del mismo. Sin embargo, sĆ³lo 5 tienen el mĆ”ximo distintivo, la categorĆ­a Special Seven, algo asĆ­ como el 7 estrellas del cicloturismo.

BarcelĆ³ Monasterio BoltaƱa es uno de ellos. MĆ”s de 25 rutas salen de sus instalaciones, desde las mĆ”s ambiciosas como los Tracks de Ordesa, hasta las mĆ”s sencillas como un agradable paseo siguiendo el curso del rĆ­o Ara en direcciĆ³n a Ainsa, uno de los pueblos mĆ”s romĆ”nicos y bonitos de EspaƱa. Alquiler de GPS, herramientas de todo tipo, sillas para niƱos, masajes y hasta menĆŗs diseƱados para bikers a base de ensaladas de pasta y arroz y carnes a la plancha. Todo pensado para que, tal como nos contaba Xavier Marsal, adjunto a DirecciĆ³n del establecimiento, la bici sea un huĆ©sped mĆ”s y los ciclistas puedan desentenderse de casi todo lo que no sea disfrutar con la bicicleta.

Bikefriendly tracks ordesa

Y es que todo esto lo sabemos porque hemos tenido la suerte de probarlo. El pasado fin de semana, gracias a la cortesƭa de Bikefriendly y del propio hotel tuvimos la suerte de estar pedaleando por esos parajes y conocer de primera mano (y primeras piernas) los alrededores de esa maravilla natural que es el Parque de Ordesa y las bellas poblaciones de Ainsa y BoltaƱa. Y no es un mal lugar para perderse, no.

En el siglo XVII, que parece que fue ayer pero ya ha llovido bastante de aquella, los que mandaban no eran los banqueros, ni los futbolistas, ni los tertulianos de Tele 5. Mandaban, entre otros estamentos, los religiosos. Y si los Carmelitas Descalzos eligieron esta zona para montar su monasterio es porque eran los capos de la Ʃpoca, y sabƭan muy bien lo que hacƭan. Aunque el imaginario popular tiende a concebir los Pirineos como un sitio frƭo y desapacible, BoltaƱa estƔ solo a 643 metros sobre el nivel del mar, mƔs baja que Madrid, y con un microclima soleado y mediterrƔneo. O sea, ideal para montar en bici todo el aƱo.

Estaban a todo los monjes. Hoy, abierto al pĆŗblico, se ha convertido en un Monasterio de la Bicicleta. Un lugar ideal para descansar, pedalear y desconectar. A nosotros desde luego nos ha encantado: totalmente recomendable.

Ainsa pueblo romanico
La bella localidad de Ainsa

 

 

 

 

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