Estos tíos discutieron mucho. San Pafnuncio fue uno de los más activos.

Si le llega a pasar a Mourinho se lía la de Dios es Cristo, o sea, un lío del copón. No quiero ni imaginarlo.

La de Dios es Cristo se lió por primera vez en Nicea, en el año 325. Fue el primer concilio ecuménico de la Iglesia y en él se discutió sobre la naturaleza divina y humana de Jesucristo. Hubo bastante jaleo, ya que no todos se ponían de acuerdo y muchos hablaban a la vez, haciendo un ruido espantoso.

Los mourinhos de la época defendían con ahínco alguna de las posturas y la prensa local (pongamos que existiese El Faro de Nicea) azuzaba con furor alguno de los bandos. No quedan fotos de la época porque entonces lo hacían todo en mármoles o pinturas, pero entendemos que debió ser un debate digno de seguir en directo.

Ya en el siglo XXI y hablando de líos, bastante menos juego que la expulsión de Pepe o que el gol anulado a Higuaín ha dado de sí lo que le pasó hace unos días a un humilde ciclista del Burgos 2016, Rubén Jiménez, durante la pasada Vuelta a Asturias, aunque parece mucho más difícil de juzgar.

Todo ocurrió una lluviosa mañana de finales de abril. En Asturias, salvo que vivas en el pueblo del Doctor Mateo siempre llueve, o al menos eso nos gusta escribir a los que, como yo, no tenemos ni idea del tiempo que hacía aquel 30 de abril.

El pelotón rodaba agrupado. La etapa, entre Gijón y Avilés, era carne de sprint, o de “volatta” si se le quiere dar un tono más italiano. Faltaban cinco minutos para el final y Toribio, el huracán de Socuéllamos, iba escapado junto a otros tres corredores, Oyarzun, Oroz y Svenishkov, pero apenas llevaban 20 segundos de ventaja sobre el pelotón.

Fue entonces cuando irrumpió la Guardia Civil y, en una decisión sin precedentes en el ciclismo moderno, decidió desviar al pelotón y lo mandó por un camino equivocado a la salida de una rotonda. La carrera fue detenida pocos minutos después, al percatarse la Benemérita de su error y, tras un breve parón, nuevamente puesta en marcha.

Ruben Jiménez

Pero hete aquí que no todos se confundieron. Rubén Jiménez, de 23 años, iba ligeramente descolgado del gran grupo cuando llegó a la rotonda y, ante la ausencia de indicaciones, tomó el camino correcto. El corredor del Burgos 2016 cruzó la meta en solitario. Apenas podía creerlo, y ni siquiera lo celebró.

Rubén pidió una toalla –imagino- y se secó el sudor mientras hacía tiempo para ver llegar al ganador de la etapa. Tuvo que ser una sensación extraña. Porque la organización de la Vuelta a Asturias no dio por bueno el triunfo de Rubén, sino el de un alemán con nombre de hamburguesa, Förster, que ganó el sprint del gran grupo.

¿Injusto? No del todo. A fin de cuentas, Rubén iba el último cuando se produjo la confusión. Pero también es bien cierto que fue el primero en llegar a la meta, por el camino correcto y sin ningún tipo de trampas. En fin, no me quiero ni imaginar que hubiese pasado si el entrenador del Burgos 2016 hubiese sido Mourinho. Se lía la de Dios es Cristo.

Por Techo Díaz

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