El Tío del Mazo ya lo ha anunciado en su Twitter: mañana va a repartir de lo lindo. Y no sólo porque el puerto de Sierra Nevada sea duro, que lo es, sino porque correr la Vuelta en plena ola de calor tiene lo suyo. Tercera etapa, puerto de tercera, más de 30 grados y más de un ruso ya se ha quedado fuera de combate, bicampeones de la ronda incluidos.
Así que mañana se perfila como un día antológico, con un hors categorie de la categoría y prestigio de Sierra Nevada en el cuarto día de carrera. Hablamos de un puerto larguísimo, 23 kilómetros según la hoja de ruta de la Vuelta, con pendientes que rara vez superan el 7 por ciento pero con un desnivel de 1.322 metros.
No es la primera vez que se sube en la Vuelta. Rominger, Moncoutié o Santi Pérez ya han ganado en esta cima ya clásica desde que se subiera por primera vez en la ronda en 1979. Pero nunca se ha subido un 23 de agosto, con la fresca y temperaturas de 31 grados previstas en la salida.
Para calentar, el Alto de Filabres, de primera, a eso de las dos menos cuarto. Allí se quedarán ya los que han venido a comer salmorejo y no tienen la más mínima intención de disputar ni la primera semana de la Vuelta, como parece ser el caso de Menchov a tenor de lo visto hoy en Totana.
Todavía quedará el Puerto de los Blancares, de tercera, que se ascenderá a eso de las cuatro y media para posteriormente pasar Dúdar y, comenzar, con la fresca, el ascenso al infierno, que encima tiene los santos bemoles de llamarse Sierra Nevada. En pleno mes de agosto y con ola de calor.
Por Techo Díaz
