Vaya, vaya, vaya, parece que La Vuelta está abierta este año. Y es que El Tío del Mazo está repartiendo a diestro y siniestro y sin demasiados miramientos. A los escaladores les atiza en la montaña y a los contrarelojistas les fastidia en las finales de las luchas contra el crono. En fin, que todavía nos quedan sorpresas y el recorrido es propicio para ello empezando por la etapa que finaliza en la estación de montaña de Manzaneda este miércoles 31 de agosto.
Se trata de una subida inédita en la Vuelta a España de 19 kilómetros en los que se asciende de los 620 hasta los 1.750 metros de altura donde está situada la meta. La altimetría de Manzaneda nos revela un puerto con una pendiente máxima del 10,5 por ciento entre los kilómetros 7 y 8 y del 10 por ciento entre el kilómetro 2 y el 4. Las pendientes entre el 5 y el 8 por ciento son la constante en Manzaneda que en la parte final presenta un pequeño descanso antes de afrontar los últimos cuatro kilómetros de subida.
La estación de montaña de Manzaneda es el fin de una etapa de 167 kilómetros que parte de Verín y en la que los corredores también coronarán el Alto de Fumaces (3ª categoría) en el kilómetro 8,1, el Alto da Gonza (2ª categoría) en el kilómetro 61 y el Alto de Ermida (3ª Categoría) en el 124,5 kilómetros.
Para quienes quieran acercarse a verla, la llegada está prevista entre las 17:26 y las 17:56. Veremos si cuando crucen la meta alguno de los Sky, Froome o Wiggins, siguen vistiéndose de rojo, si Fugslang se mantiene arriba o si Nibali o Purito nos dan una sorpresa. En todo caso, parece una etapa propicia para que aquellos que venían a firmar una buena general, como Antón o Carlos Sastre, se quiten la espinita firmando una buena victoria de etapa mientras que los gallos de la carrera se vigilan entre sí. Además, las etapas después de jornada de descanso siempre suelen deparar sorpresas, y más si de por medio ha habido un traslado de más de 300 kilómetros entre el final de una etapa (la crono de Salamanca) y el comienzo de la siguiente.
Por El Aguador