Por Techo Díaz.- Todos los días te acuestas sabiendo algo más, aunque luego no lo retengas. Así que ayer le tocó el turno a la arqueología, tema en el que tengo que confesarlo, no estoy muy puesto. Así que desconocía por completo la historia del cráneo de Miguelón, el cráneo fósil mejor conservado del mundo.
A tenor de todos los indicios, Miguelón es burgalés. O al menos, fue hallado en 1992 en los yacimientos de Atapuerca, provincia de Burgos. Pero le pusieron nombre de navarro. No hace falta saber mucha historia del ciclismo para imaginar por qué. Ayer lo contaba Juan Luis Arsuaga en el programa de Calleja, no Cobo sino el otro, el que hace publicidad de una empresa de seguros cuando se mete en el helicóptero.
Resulta que este cráneo, encontrado a más de 54 metros de profundidad, fue encontrado un mes de julio de 1992, el año en que Miguel Indurain estaba arrasando por segunda vez en tierras francesas. De haberse encontrado hoy se habría llamado Casillas (o Adán, según quién lo encontrase), Nadal o Iniesta, pero hace 20 años corrían mejores tiempos para el ciclismo y España y el mundo entero admiraban con fervor a ese monstruo de la naturaleza que todos llamaban Miguelón.
El cráneo en cuestión revolucionó la comunidad científica mundial, tal como su homólogo estaba haciendo por aquel entonces en el mundo del ciclismo, y hoy en día todavía se considera la mejor cara jamás reconstruida de un Homo heidelbergensis. No en vano, se trataba de una especie “muy atlética y corpulenta”, con una altura que podía llegar al 1, 85 metros y un peso que podía alcanzar los 100 kilos.
