Por Techo Díaz.- Los auténticos bares de ciclistas son como los de taxistas, o los de camioneros. No se pueden prefabricar. Surgen donde menos te lo esperas, de la manera más tonta, a la sombra de una caña bien echada o un aperitivo servido con cariño.

Un bar de taxistas no tiene pósters de Robert de Niro en Taxi Driver, o la colección completa de Taxis del Mundo, de Altaya, con modelos a escala 1:43. Tiene buenos precios, un horario acorde a esta profesión y un excelente aliado, al boca a boca que, por una razón u otra, ha hecho que el colectivo que mejor se conoce las calles y bocacalles de nuestras ciudades lo haya elegido como centro de reunión. No hay mayor secreto, un bar de taxistas lo eligen los taxistas.

Sin desmerecer en modo alguno la reciente moda de decorar con bicis y accesorios algunos locales, con los ciclistas pasa exactamente lo mismo. Hay lugares que, sin habérselo preparado, sin esperarlo siquiera, tienen imán para los ciclistas. Bares de toda la vida, que, por estar en un sitio concreto o por su buen trato hacia los clientes consiguen cada fin de semana llenarse de ciclistas que, tras acabar su ruta, deciden hidratarse con una o dos cervezas acompañadas de su más que merecida tapita.

Es el caso, por ejemplo del Urogallo, un local mítico de Madrid situado justo enfrente del Lago de la Casa de Campo. Aunque leo en su web que sólo lleva abierto desde 1996, es como si hubiese estado allí toda la vida. Es parte del paisaje, del entorno, en ocasiones idílico, del gran parque de Madrid; un entrañable lugar donde picar algo los días soleados.

Un bar normal que, sin comerlo ni beberlo (o precisamente con eso) se ha convertido en un centro de reunión de ciclistas los sábados y domingos al mediodía. Es habitual ver como aficionados a este deporte aparcan sus bicis junto al Lago y se toman un doble de cerveza, acompañado del tradicional plato de paella que sirven desde hace años como acompañamiento de la primera consumición.

Está claro que gran parte de este éxito se debe al enclave del local. El Urogallo no se llenaría de ciclistas si no estuviese en pleno centro de la Casa de Campo, un lugar muy frecuentado por aficionados al noble arte de pedalear, madrileños y no tan madrileños. Pero también influyen, y mucho, la excelente tapa y el insistente olor a carne a la brasa que envuelve la atmósfera.

Bicis por doquier en el Urogallo

El pasado sábado tuve el placer de compartir un par de dobles de cerveza con mi compañero Aguador tras un bonito día de bicicleta. Sólo tomamos una tapa, ya que Aguador decidió unilateralmente que tirar al suelo el enorme plato de paella era una opción muchísimo mejor que comérsela, y apenas pude intervenir en el debate. Pero salvando ese incidente y alguna complicación en el viaje de vuelta (no olviden ir al baño siempre que tomen cerveza), por lo demás fue un momento magnífico. Un justo premio a una jornada de bicicleta.

Me cuentan que en Mallorca hay un bar llamado La Cala, cerca de un centro deportivo de Son Rapinya, que se ha convertido en centro de reunión de muchos ciclistas, que quedan allí antes y después de hacer las rutas. Lugares auténticos, que van eligiendo los ciclistas, no al revés, y que se van abriendo hueco en el corazón de los aficionados. Aquí hablamos de dos, pero seguro que la geografía española está llena de sitios como estos. Cualquier recomendación que nos hagáis llegar estaremos encantados de publicarla. Sería incluso bonito llegar a hacer una lista de los 10,20 o 100 bares ciclistas más auténticos de nuestro país.

Porque son la caña. Brindemos por ellos.

Cerveza tras montar en bici
Doble de cerveza en el Urogallo, con la tapa que decidió no tirar Aguador

Personaliza ahora tu maillot

Compartir:

Otros artículos que te pueden interesar

Personaliza ahora tu maillot

¿Tienes un club al que quieras personalizar tu equipación? ¿Eres de los que tiene su propio estilo? Aquí podréis dar rienda suelta a vuestra imaginación. ¡Decirnos vuestra propuesta y sólo tendréis que ponéroslo!

Menú