Por un señor de Toledo.- Afortunadamente, una gran parte de los conductores de nuestro país ya son conscientes de la mala relación que supone unir la ingesta de alcohol con la conducción de sus vehículos. Por el bien de todos, hay que ser muy consciente del viejo lema ‘Si bebes, no conduzcas’. Hasta aquí ninguna novedad en lo que os estoy contando.
La sorpresa llega cuando leo en distintos medios de Bilbao, una noticia que versa así:
“Según ha informado la Policía Local, sobre las nueve y media de la noche, una unidad que patrullaba por la Plazuela de los Santos Juanes se percató de la presencia del ciclista cuando circulaba por la calzada de la calle Zabalbide en dirección hacia ellos. Al llegar a un semáforo, cayó al suelo, por lo que los agentes acudieron a interesarse por su estado”.
“Los policías comprobaron que no había sufrido ninguna lesión pero presentaba síntomas evidentes de embriaguez. Por ello, solicitaron la presencia de una unidad con etilómetro ya que circular por la vía pública en una bicicleta en estado ebrio constituye una falta administrativa”.
“Sin embargo, el ciclista se negó en todo momento a realizar la prueba, dando manotazos al agente que le intentaba dar el medidor para que soplase. En un momento determinado, cogió la bicicleta por encima de su cabeza y se la arrojó a un agente, aunque no logró alcanzarle. Ante estos hechos, procedieron a la detención de K.T., de 40 años”.
Curioso altercado, ¿verdad? Hasta ahora conocíamos varios usos para la bicicleta, desde un medio de transporte hasta elemento decorativo, pero como arma arrojadiza, salvo en alguna película, no sabíamos de la existencia de esta modalidad. Poniéndonos un poco más serios y sin ánimo de frivolizar, el relato que hemos leído no es una historia dignificante para nadie, ni que deba servir de ejemplo. También recordaos que ir con vuestra bicicleta con más alcohol del permitido puede acarrear, en el mejor de los casos, una multa. Tenedlo en cuenta. Por sacarle el punto bueno a este relato nos quedaremos con las dos moralejas que nos deja.
Si bebes no pedalees, la primera y más importante; y una segunda, que nos dice que peor que te atice el Tío del Mazo en una de tus rutas es que te dejes seducir por el Tío del agua de fuego. Luego, mirad lo que pasa….
