Por El Aguador – Todavía no está claro cómo va a quedar el tema de la obligatoriedad del uso del casco, así que no vamos a entrar a valorarlo de momento. Lo que sí es cierto es que son muchas las personas que comienzan en la bicicleta tanto por ciudad como por el campo, y a veces no tienen claro qué casco necesitan, las cosas en las que fijarse a la hora de hacerse con el suyo, e incluso su mantenimiento.
Nos dirigimos con este post a usuarios esporádicos o primerizos, puesto que los habituales de la bici de carretera ya hace tiempo que tienen que llevar casco en vías interurbanas o los aficionados al BMX o a los descensos no suelen salir sin el.
Lo primero, y lo más obvio, es escoger un casco que sea de tu talla. Es cierto que los cascos se ajustan, pero primero por comodidad y después por seguridad, es mejor que tengas clara la medida de tu cabeza. Si lo compras en una tienda pruébatelo y si lo haces por Internet mídete el perímetro de la cabeza y compra en consecuencia, teniendo en cuenta que si tu medida está entre dos tallas, probablemente la más grande te vaya mejor.
Una vez que es de tu talla, tienes que ajustártelo bien. De nada sirve llevar el casco si lo llevas “bailando” en tu cabeza o lo llevas donde no debes. Para ayudar a un mejor ajuste, por un lado lo primero son las almohadillas, que normalmente son extraíbles y lavables y que ayudan a que el casco se “sujete” mejor a la cabeza y no se mueva. Por otro lado, las correas de sujeción que van bajo el mentón tienen y que estar firmemente apretadas, pero permitiéndote abrir la boca con normalidad o que no te pellizque al girar la cabeza. Todo esto se complementa con un sistema de sujeción que va alrededor de la cabeza, y que se afloja o aprieta habitualmente con una ruedecita situada en la parte posterior.
Ajustado el casco (hay que ponérselo horizontal: ni inclinado para delante ni para detrás ni para un lado), conviene comprobar que no se mueve y que es sencillo quitárselo sin destensar ninguno de los elementos ajustables.
También tienes que tener en cuenta la ventilación. Si en invierno es algo que ya se nota, en verano es un elemento básico para que la cabeza no te hierva. Como es difícil experimentarlo, fíjate en las entradas de aire que tiene y la colocación de las mismas.
Que sea ligero también es importante. La mayor parte de los cascos urbanos están a partir de los 250 o 275 gramos. En cuanto a los de carretera, pueden ser un poco más ligeros y desde luego son más aerodinámicos.
A la hora de escoger un caso para la bicicleta de montaña, también has de tener en cuenta que debe dejar espacio para llevar las gafas y no tapar demasiado los oídos. Es básico además que no cierre el ángulo de visión. En la web de la tienda de bicicletas bikester.es apuntan que el ciclista, cuando lleva el casco debe ser capaz de ver un ángulo de 100° hacia los lados, un 25° hacia arriba y un 40% hacia abajo.
Un último consejo en la elección es el color, en tanto en cuanto un caso llamativo también ayuda a ser identificado o visto mejor por los coches ya sea en ciudad o en carretera.
Por cierto, si te caes y te das un golpe en la cabeza con el casco, aunque pueda parecer que no le ha pasado nada, no te fíes y cámbialo, puesto que su núcleo, muy habitualmente de poliestireno expandido, puede haber resultado dañado y perder efectividad.