Por Techo Díaz.- A finales del mes pasado, Javier Colorado, un aventurero de 27 años que estaba dando la vuelta al mundo en bici, saltó a la portada de todos los medios de comunicación. Había sufrido dos atentados en menos de 12 horas y, según las primeras informaciones que llegaban, hasta seis escoltas habían muerto por protegerle mientras atravesaba Pakistán. Las redes sociales montaron en cólera. ¿Cómo era posible que la gente tuviese que morir porque un españolito de a bici quisiera recorrer el mundo pedaleando en plan happy sin distinguir flores de conflictos?
Pero las noticias no tardaron en llegar. Colorado lo desmintió todo y remarcó que el único herido en el atentado había sido él mismo. En el segundo atentado. Porque en el primero que presenció, apenas unas horas, antes murieron 24 personas al estallar un autobus. Pero eso no tenía nada que ver con su aventura, que además no era precisamente en bici. Desde el principio, tenía claro que no iba a cruzar Pakistan en bici, sino en tren. Desgraciadamente, el mundo no es aún un lugar tan libre como para poder atravesarlo entero en bicicleta.
Javier, que nos confiesa ser lector de El Tío del Mazo, nos escribe, ya desde la India, toda su odisea. Porque al final, nadie mejor que él, que fue quien de verdad la vivió, para contarla. Y porque su aventura va más allá de los tristes sucesos de Pakistán. Su camino está plagado de montañas, de guerras y de sinsentidos, pero también de amaneceres, sonrisas, bellos parajes y gente que te ayuda sin esperar nada a cambio. Es, a fin de cuentas, el retrato del mundo visto desde una bicicleta.
Estas fueron nuestras preguntas, y esto, lo que Javier nos contó.
Todo lo planeado se fué al traste debido a las tormentas de arena y viento que sufrí en mis etapas finales por territorio iraní, lo que provocó que llegaba a Zahedán un día después de la selida del tren a Quetta, con el agravante que no podía esperar 15 días, porqué mi visado en Irán expiraba en 2 días. En ese momento decidí tomar un autobús, hasta la frontera con Pakistán. Autobús que no pude coger porque mi bicicleta no cabia, y me subieron en un coche particular.
Nada mas pasar la frontera y entrar en Pakistán, soy conducido por un agente al cuartel de policía, donde hablo con el hombre al mando y le comunico mis intenciones de viajar en autobús hasta la ciudad de Quetta, para luego llegar a Lahore en tren. Acto seguido me comunica que el autobús no es un medio seguro y que a partir de ese momento hasta mi llegada a Quetta, estaría bajo la escolta de los Levis de Beluchistan. Esa noche la pase en el cuartel bajo su protección, y a la mañana siguiente fui trasladado en un vehículo de los Levis de Beluchistan, junto con todo el material, como yo había decenas de civiles que iban protegidos por los Levis. En cada puesto de control registraba mi pasaporte, cambiaba de vehículo y pasaba a estar bajo la protección de nuevos escoltas, a medida que acababa la juridisticción de unos y comenzaba la de otros.El día lo termine en la ciudad de Dalbandin, y desde los primeros minutos de la mañana fui testigo de la heroica labor que llevan acabo los Levis de Beluchistan.
En la mañana de mi tercer día en Pakistán, nuevamente fui escoltado en un vehículo y a medida que avanzábamos hacia Quetta, los puestos de control eran mas numerosos debido a la zona de riesgo que atravesábamos, y ningún vehículo circulaba sin la protección de las fuerzas de orden pakistaníes.
Al atardecer y a escasos kilómetros de llegar a mi destino, me dispuse a realizar el último cambio de vehículo en el puesto de control. Pero la situación era diferente. La presencia de militares era la mas numerosa que había visto hasta el momento, y una larga caravana de vehículos se adentraba por la carretera en las rocosas montañas.
Saque mi cámara de video para grabar una toma del video documental que estaba llevando acabo de la región. En ese momento en que estaba levantado en el maletero de la furgoneta pick up, ocurrió la tragedia.
Una ensordecedora detonación seguida de una enorme bola de fuego, destrozando un autobús de pasajeros y provocando la muerte de 24 inocentes.
Paralizado por el terrorífico acontecimiento, permanezco inmóvil varios segundos observando la devastadora explosión. Solo el sonido de los disparos y el silbido de las balas, hacen que reaccione, salte del maletero y corra para salvar mi vida, poniéndome a cubierto detras de una pequeña casa que estaba a escasos metros de mi posición.
Todos los civiles abandonaron rápidamente la zona, todos menos yo. Estaba bajo la protección de los Levis de Beluchistan y debía permanecer con ellos. Me ordenaron que volviera al vehículo y espere durante horas, observando el continuo ir y venir de militares y fuerzas del orden pakistaníes, a que pudieran trasladarme de forma segura a un cuartel situado a pocos kilómetros y pasar la noche bajo tu tutela.
Una vez en el cuartel, me esforcé por dormir unas horas, pero la mente la tenía inundada de imágenes del terror de la guerra. Los Levis de Beluchistan consiguieron calmar mi estado, tratándome en todo momento con tremendo amor y cariño. Los Levis de Beluchistan, para mi los héroes de Beluchistan, me acogieron en sus brazos en todo momento, compartieron su comida conmigo ofreciéndome las raciones mas abundantes, me proporcionaron siempre el lugar mas cálido y confortable de la habitación para dormir, y en ningún momento me pidieron nada a cambio. Su único deseo es que toda persona que pase por ese lugar, pueda hacerlo de una forma libre y segura.
Por la mañana pasamos enfrente de los restos del autobús que sufrió el atentado del día anterior, y avanzamos por la única carretera que llega a Quetta atravesando la montaña.
Solo mi vehículo se adentro en la zona, no vamos mas que el conductor y un escolta que viaja en la parte trasera junto a mi. En el momento que dejamos atrás los restos metálicos del vehículo carbonizado con 24 almas, todo mi cuerpo se queda rígido y en tensión al ser consciente de la peligrosa zona que nos disponíamos a atravesar.
A los pocos minutos, detona una granada de mano a nuestro paso, alcanzándome una esquirla metálica de metralla en la cabeza. Rápidamente nos ponemos el escolta y yo a cubierto, tumbándonos en el suelo del maletero mientras el conductor acelera a fondo para escapar de las ráfagas de disparos.
El conductor me lleva a una clínica cercana sin perder ni un solo segundo, donde me hacen un primer análisis y recibo atención sanitaria. Gracias a Dios, el escolta y el conductor salen ilesos y solo sufro una herida leve.
Tan pronto como fue posible, me trasladaron al hospital militar de Quetta, donde me realizaron un chequeo completo y recibí la atención del alto mando militar, el cual me puso inmediatamente en contacto con mi embajada. El ejercito militar pakistaní, tomo la decisión de ponerme a salvo evacuándome en un avión de pasajeros hasta la ciudad de Lahore, donde me hospede en un hotel.
Pase toda la noche en vela sin poder dormir ni un solo segundo. A las 10:00 de la mañana se presentaron varios hombres del servicio de inteligencia militar pakistaníes, para comunicarme que era noticia en todo el país, que mi imagen, mi ubicación y mis intenciones de ir a la India, eran de dominio publico. Podía ser nuevamente el medio para enviar el mensaje de terror por parte de los criminales que asolan el país de Pakistán.
Pero no iba a dar ni un sólo paso sin comunicárselo a mi embajada, la cual decidió, que antes de ser trasladado, deba de recuperarme emocionalmente, para evitar ser ingresado por shock postraumático sin estar bajo la tutela de mi embajada.
Por lo que pase ese día en el hotel, fui escoltado en todo momento por los servicios especiales de seguridad del gobierno pakistaní, y a las 23:00, después de mas de 52 horas estando despierto, conseguí encontrar 7 horas de descanso.
Por la mañana fui escoltado hasta la frontera, donde salí de Pakistan y entre en la India.
Lamentablemente, estos sucesos solo tienen eco en los medios de comunicación internacionales, cuando un turista extranjero se ve envuelto en ellos. Pero la realidad, es que el conflicto bélico esta a las puertas de las casas de los ciudadanos pakistaníes, y diariamente policías y militares, dan la vida por proteger a los ciudadanos de a pie del terror de la guerra.
Siempre estaré eternamente agradecido a las Fuerzas de Seguridad Pakistaníes, a la Embajada Española y al Ministerio de Asuntos Exteriores Español.
En mi corazón siempre llevare a los 24 fallecidos en el atentado del 21 de Enero, a los policías que perdieron la vida en los ataques del 22 de Enero, y a todos los Levis que protegen día a día la libertad de Beluchistan.
Cuando atravesé la frontera y entré en la India, se acabo la jurisdicción de la escolta. Me subí de nuevo a la bicicleta, la cual no había montado desde mi ultima etapa a Zahedan, y pedalee hasta la ciudad de Amritsar. Apenas fueron 30 Kilómetros, pero en cada pedaleara un mensaje cobraba cada vez mas fuerza en mi cabeza: “Se acabó vivir con miedo”.
Mi viaje consiste en dar la vuelta al mundo en dos años, y completar más de 55.000 kilómetros, ahora mismo en la ciudad de Calcuta llevo 11.800 km, en el corto plazo espero hacer en 45 días 3500 km recorriendo Tailandia, Laos, Vietnam y Camboya, en un tour circular con salida y fin en la ciudad de Bangkok.Calculo aproximadamente que para Octubre del año que viene cuando llevaré 1 año de pedaleo estaré ya en Sudamérica muy probablemente en Colombia, y eso estará muy próximo a haber cumplido el 50% de los kilómetros de mi viaje.
3. Cada cierto tiempo necesitarás parar…¿cuál es tu rutina de descanso?
5. De momento has tocado techo en Turquía, a 2.409 metros. ¿Cuál es la montaña más alta que vas a subir?
Creo que los techos los tocaré en los Andes, entre otros tengo pensado visitar 6 de las 7 maravillas del mundo una de ellas es el Machu Pichu, muy cercano a la ciudad Peruana de Cuzco la cual se encuentra a 3500 metros de Altura.
Además en mi ruta está una visita La Paz que es la capital más alta del mundo, y se encuentra a 4100 metros de altura
6. ¿Qué es lo más bonito que has visto en este viaje?