Por Techo Díaz.- No os lo vais a creer, pero la de mañana no va a ser la primera batalla que se desata en las rampas de este puerto. En el año 714, el arcángel San Miguel acabó con un dragón que amenazaba la vida del noble local Teodosio de Goñi. Pero eso es sólo el final de la historia. Porque Teodosio en líneas generales aparte de parricida fue bastante desgraciado. Esta es su historia:

Teodosio fue un caballero navarro que vivió en tiempos del rey Witiza, en el siglo octavo. Descendiente del linaje de los Goñi, al casar con doña Constanza de Butrón y Vianda, pasó de vivir en la casa de sus padres a la casa de su esposa.

San Miguel de AralarEran tiempos de guerra en que los pueblos del norte de la península ibérica se defendían de la invasión musulmana, y Teodosio hubo de abandonar su casa y marchar a la batalla. Tras una larga ausencia pudo volver a su valle natal y poco antes de avistar su pueblo se cruzó en el camino con un peregrino, que en realidad era el demonio disfrazado, quien le dijo que su esposa Constanza le era infiel con un criado y que éste compartía con ella el lecho en la casa conyugal.

Ciego de ira por esta afrenta, Teodosio llegó a su casa, entró en su dormitorio y entrevió dos cuerpos que yacían en la cama. Seguro de su deshonra, sacó su espada y arremetió contra ellos una y otra vez con todas sus fuerzas, hasta que sus manos se cubrieron de sangre. Salió de la casa y, con gran estupor, vio en la plaza a su esposa Constanza, que regresaba de la iglesia. La alegría que ésta demostró por el regreso de su marido se convirtió pronto en horror y desolación de ambos al comprobar que a quienes había asesinado Teodosio era a sus propios padres, a los cuales Constanza había invitado a vivir en su casa durante la ausencia de Teodosio.

Horrorizado y arrepentido, el parricida viaja a Roma para pedir la absolución del papa. Este le pone como penitencia dejar patria, casa y esposa, y peregrinar casi desnudo por las soledades de los montes hasta que las cadenas que llevaba ceñidas al cuerpo se rompieran.

dragonVagó Teodosio por los montes de Hayedo, Andía y posteriormente de Aralar durante siete largos años. Un día del año 714, se encontraba en una de las cumbres de esta sierra, próximo, sin saberlo, a la boca de una sima en cuyas profundidades, según los vecinos del lugar vivía un dragón que mataba personas y ganados fulminándolos con su lengua de fuego. Repentinamente el monstruo surgió de la caverna y Teodosio se encomendó a San Miguel. El arcángel descendió del cielo dentro de un gran resplandor, portando sobre su cabeza una cruz, aniquiló al dragón y rompió las cadenas de Teodosio.

Liberado de su penitencia, Teodosio volvió a Goñi y tras abrazar a su esposa y a su hijo Miguel, regresó posteriormente a la cumbre de Aralar, donde consagró el resto de su vida al culto a San Miguel, construyendo un templo en su honor.

Y ese es el Santuario donde acaba la etapa de la Vuelta Ciclista a España. Y vale, cierto es que existen sospechas de que las fuentes que narran la historia de Teodosio pudieron no ser contrastadas al 100%, pero no es menos cierto que se trata de una cumbre de leyenda. Haría bien Unipublic en limpiar las carreteras de dragones, no sea que luego nos llevemos un susto…

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