Por un Señor de Toledo.- Epecuén. No sé si muchos de vosotros habéis oído hablar de esta villa, pueblo o como queramos definirla. Rápidamente, para ponernos en antecedentes, os cuento que la creación de esta villa, eminentemente turística, situada en la Provincia argentina de Buenos Aires, al sudoeste de la ciudad de Buenos Aires, data de la década de 1920. Un gran número de visitantes llegaban desde la capital argentina, sobre todo a través de las grandes líneas de ferrocarril que allí se habían construido.
Así se desarrolló el turismo en Epecuén, que llegó a contar con 5.000 plazas hoteleras declaradas y más 2.000 sin declarar. Llegó a florecer y convertirse en un verdadero paraíso y en las décadas de 1950 a 1970 llegó a albergar a 25.000 turistas de noviembre a marzo.
En ese medio de ese esplendor en Epecuén, el 10 de noviembre de 1985 un enorme caudal de agua, procedente de la Laguna de Epecuén, rompió el terraplén de piedra y tierra, e inundó gran parte de la localidad. La villa desapareció. Para 1986, el pueblo estaba 4 metros bajo el agua, llegando en 1993 a más de 10 metros. Después de esto, poco a poco las aguas fueron retrocediendo.
Actualmente el agua, altamente salina, ha liberado a gran parte del pueblo, se ha retirado y el panorama que ha quedado es lo más parecido a lo que podemos llamar pueblo fantasma. Algo así como una ciudad a lo Walking Dead, por definirlo de algún modo. Hoy, Epecuén es solo un recuerdo de esa villa que fue el hogar de más de 5.000 residentes y cerca de 300 empresas.
Bueno, precisando más, es un recuerdo de la villa que fue y además, y aquí es donde tenemos a las bicicletas presentes, es una ciudad fantasma que atrae a decenas de ciclistas acrobáticos y otros turistas de todo el mundo. Un grupo de ellos grabó una película sobre este insólito y sobrecogedor lugar situado al sudoeste de Buenos Aires.
Gracias al trabajo de fotógrafos como Fred Murray, las ruinas de Epecuén han vuelto a renacer como un lugar con condiciones inmejorables para los entrenamientos de los practicantes del ciclismo acrobático, una disciplina que requiere condicionas realmente extremas.
Murray, el acróbata Danny MacAskill y otros ciclistas protagonizan el documental junto con el único habitante permanente de Villa Epecuén, Pablo Novak, de 84 años. Hijo de uno de los fundadores de la localidad, Novak fue el único en regresar al lugar donde había pasado su juventud después de que el agua cediera parte del terreno inundado.
El vídeo ahora os ofrecemos es realmente espectacular, con un montaje exquisito y con un regusto que mezcla lo antiguo con la modernidad, y la catástrofe con la fantasía de bikers como Danny MacAskill, han dado como resultado esto que ahora podéis ver. Merece la pena, o por lo menos así me lo ha parecido. Ahora, relájate, baja la luz de tu estancia y mira, simplemente mira a la pantalla….