Por Techo Díaz.- Este domingo, Cadel Evans subía al último podio de su vida profesional. Lo hacía como tercero en la carrera más importante de su Oceanía natal, el Tour Down Under, la ronda que da comienzo a la temporada ciclista de máximo nivel. Una original despedida para un tipo que lleva dando pedales 18 temporadas, porque esta no se la contaremos.

Los ciclistas normales se despiden en Lombardía, el campeonato del mundo o algún criterium, pero nadie lo hace en enero. Salvo que sea australiano, claro. Porque todo el mundo sabe que allí caminan al revés y que, como explicó Javier Bardem en Los lunes al sol, antípodas significa precisamente eso: «lo contrario».

Poster Tour Francia 2011
2011 fue el gran año de Cadel Evans

Al señor Evans se le ha llamado de todo, aunque mayormente Chuparruedas. A veces incluso con insistencia. No era el ciclista más querido, su estilo no enamoraba y parecía que nunca llegaría a ganar una grande. Hasta que lo hizo, claro. En 2011 firmó un tour perfecto y subió a lo más alto de un cajón que ya conocía de antes, de encadenar segundos puestos en 2007 y 2008, por debajo de españoles como Sastre y Contador.

Quizás por eso nunca cayó muy bien en España. Tampoco ayudaron mucho unas declaraciones suyas, absurdas, en las que culpaba a los aficionados españoles de tirar clavos a la carretera en algunas etapas del Tour y la Vuelta. O que no se dejase ver mucho por aquí.

Su ciclismo era regular y no porque estuviese en el punto medio entre ser bueno o ser malo, sino porque era constante. Por entendernos, era el Antibahamontes, y eso en España no gusta. Aquí somos mucho de pararnos a comer un helado aunque luego no ganemos la general.

Así que Cadel Evans era un poco el malo post-Armstrong de los años 00. A Schleck no se le podía odiar porque tenía cara de bueno (y además estaba repe) y Wiggins nunca molestó mucho, tenía patillas y no se quedó a repetir. Froome, aunque luche contra los mismos, ya es de otra guerra, posterior y aún en activo, como el siciliano.

Pero el tiempo es como el viento, que arrastra lo liviano y deja lo que pesa. Y con el paso de los años, el australiano seguía ahí luchando por cada una de las grandes vueltas que aún corría, tercero en el Giro de 2013, octavo en el último que corrió. Y el recuerdo del malo se nos iba mutando en el del corredor esforzado, sacrificado y luchador que no siempre supimos ver. Hasta este mismo domingo, donde logró quedar tercero en la carrera que pone fin a su carrera.

Y vale que el Tour Down Under no es la más exigente de las pruebas a nivel de montaña, pero no es ninguna tontería. Tercero a sólo 20 segundos del ganador, que es su compañero de equipo Rohan Dennis, al que ayudó, con su experiencia y sabiduría, a ganar una carrera que Richie Porte le puso muy difícil en el alto de Willunga Hill.

Pero no es su adiós definitivo. Queda una última carrera, y una última bala. La última vez que se suba a una bici será en la Cadel Evans Great Ocean Road Race, una carrera al estilo de las clásicas de primavera que se corre por primera vez en tierras australes y que viene a ser algo así como su legado. La bala la disparará en Suiza, donde su amigo y compañero Rohan Dennis tratará de batir el récord de la hora el próximo 8 de febrero

Será su último disparo, suponemos que al aire. Y aunque era el malo, le echaremos mucho de menos.

Tour Austria Evans Azafata
Una imagen mucho más risueña de Evans, en el Tour de Austria 2004

 

Fans ciclismo
Un fan de Cadel Evans disfrazado de cocodrilo

 

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