Por Techo Díaz.- Dicen los que la conocen que la dureza de una Lieja es equivalente a la de una etapa alpina del Tour. Su perfil de serrucho, sus diez cotas, su longitud y su exigente trazado hacen que al final llegue un grupo muy reducido de selectos corredores. Raro es que algún sprinter se cuele entre los elegidos para disputar el monumento, y sin embargo menos extraño que algún escalador -como Andy Schleck o Pascal Richard- se hagan con el triunfo en la Decana.
Como en las grandes clásicas, o los campeonatos del mundo con perfil exigente, la emoción se hace esperar. Escapada consentida, alguna caída -ayer le tocó al defensor del título, Don Simón Gerrans- y poco más hasta los últimos kilómetros. Pero cuando llegamos allí nos damos cuenta porque la Lieja es tan dura. A veces los ataques duros comienzan en La Redoute, a veces en Le Roche aux Facons, pero sin excepción los últimos 30 kilómetros se convierten en una sucesión de ataques donde ya no quedan equipos para controlar la carrera.
Ayer lo intentó Kreuziguer, con Gianpaolo Caruso soldado a su rueda y Jacob Fulgsang rodando a la desesperada. Se vació Stybar conduciendo al grupo y hasta lo intentó el mismísimo ganador del Tour, Vicenzo Nibali, pero cuando llegó el kilómetro final muchos hombres ya no estaban. Faltaba el campeón del mundo, Michal Kwaitkowski, el mismo Nibali iba unos metros por detrás y por supuesto no había ni un solo sprinter puro. Sólo 12 hombres en busca de la gloria, y muy pocas fuerzas.
Fue entonces cuando saltó Dani Moreno. Katusha había llegado con superioridad numérica y dos bazas serias de victoria. Hizo lo que tenía que hacer, lo habitual en estos casos, lanzar a Dani por delante y esperar que nadie saliese a por él, o que los favoritos se desgastasen en su persecución y rematar luego con Purito.
A punto estuvo de salirles bien lo primero. El propio Valverde reconocía en meta que tuvo que saltar a por Dani Moreno porque veía que se le escapaba. Por un momento, narradores de Teledeporte y cientos de españoles soñamos con un triplete en la Decana, porque al fuerte ataque de Moreno sólo respondieron Valverde y, muy atento, Purito Rodríguez.
A 500 metros de la meta, siempre picando hacia arriba, se juntaron los tres hispanos. Fue entonces donde, de haber podido, debió atacar Purito. Pero no lo hizo. Quizás dudó, o quizás andaba justo de fuerzas tras más de 250 kilómetros a tope. Con eso bastó para que la decena de superhéroes con aspiraciones en Lieja se juntasen de nuevo. Y la película volvió a empezar.
Sprint cuesta arriba. 500 metros. Todo o nada en la rampa final de Lieja. Y ahí es muy difícil ganar a Alejandro Valverde, aunque tenga 35 años. Por algo es una leyenda del ciclismo y por eso ha ganado tres veces la Decana. El joven francés Alaphilippe lo intentó, y hasta se mosqueó por no conseguirlo, pero bastante tiene con lograr colarse entre los dos monstruos del ciclismo español. 35-22-36, un podio intergeneracional.
La de ayer fue una carrera para ver hasta la saciedad. Para disfrutar de un ciclismo que -no dejan de advertírnoslo- se acabará pronto. Pero que hoy en día es una realidad. casi Nadie le cree ya al bueno de Alejandro cuando a principio de temporada suelta aquello de «estoy mejor que el año pasado», hasta que consigue demostrarlo. Tras arrasar en las Árdenas (2º en Amstel, 1º en Flecha, 1º en Lieja) ya manda en la clasificación UCI, en la que también asoma Purito Rodríguez, tercero ayer y ganador en el País Vasco. Ottro año más la historia se repite. Y nos encanta.
Aquí os dejamos el video de la carrera. Podéis ver la última media hora de carrera, aunque lo interesante empieza más o menos en el minuto 20.
https://www.youtube.com/watch?v=tDZtbDeWO2k