Los sanitarios atiendiendo a Domenico Pozzovico
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El ciclista se hace más humano bajo la sombra invisible de lo trágico

Por un Señor de Toledo.- Es parte del ciclismo. La sombra que no se ve y que acompaña al corredor. Una amenaza en la que no hay que pensar, pero sí hay que respetar. Ser ciclista conlleva saber bregar y sobreponerse a esos momentos que dejan la sangre fría a, me a atrevo a decir, de todos los ciclistas. Hablo de las temibles caídas, del peligro que acompaña al corredor en su día a día.

Hay caídas especialmente crudas y que tienen los ingredientes necesarios para que, a pesar de ir a 1000 y del calor inmenso que apremia al ciclista cuando se están jugando cosas importantes, la sangre y la mente de los corredores y de los aficionados que estamos viendo la carrera se quede congelada por unos instantes. Hablo de esa ‘aura perra y oscura’ que rodea a momentos como el vivido el pasado lunes con el corredor italiano, Doménico Pozzovivo.

Los sanitarios atendiendo a Domenico Pozzovico
Los sanitarios atendiendo a Domenico Pozzovico

Este un punto de vista muy personal: Ese gris profundamente pétreo del asfalto, mezclado con la macha del rojo más puro, esa curva de una carretera que es una más hasta que deja de serlo porque pasa lo que el pasado lunes pasó y la figura del ciclista más vulnerable que nunca, tirado en el suelo, inerte y sin que se le puedan apreciar movimientos, me dejó, como a muchos de vosotros, esa sensación rara incómoda, dura… La fuerza de esas imágenes vividas en directo es tan fuerte que paralizan por unos momentos a los corredores, a los espectadores, a toda la carrera…

Los sanitarios actuando, la camilla, esa mantita térmica de color plateado y oro brillante y el rostro del corredor bañado en un rojo tan profundo nos hizo asomarnos al abismo de la tragedia. No sé si a García Lorca le habría gustado el ciclismo, estoy seguro que sí y que ese momento lo habría sabido plasmar como nadie, como muy pocos han sabido hacer. Me viene a la mente su romancero gitano, la muerte de Antoñito en Camborio: “Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil…”

Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces de muerte sonaron cerca de Barbagelata… Y se escucharon en el mundo entero, y nos estremecimos y pensamos y volvimos a recordar que esto es CICLISMO y ensalzamos aún más el arrojo de esa serpiente de colores hecha de cuerpos y almas que transita espoleada por llegar siempre lo más veloz posible a su destino, a su meta, a su culminación…

Qué sensación de respiro, de frescura, de sosiego nos vino tras saber que la vida de Doménico no corría peligro. Supimos que Pozzovivo, aunque con lesiones, estaba fuera de peligro, que su vida estaba salvaguardada y que no se había consumado esa tragedia que a los aficionados del ciclismo algunas ‘perras ocasiones’ nos ha tocado vivir.

Afortunadamente la luz volvió a la carretera y ese gris y rudo asfalto ahora lo parecía un poco menos. Gracias a Dios, a la Divina Fortuna, al destino, a lo que cada uno quiera adjudicar, esas voces de muerte, se callaron cerca de la Barbagelata.

 

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