Por un Señor de Toledo.- Hay una creencia relativamente extendida que relaciona la musculatura prominente con una buen rendimiento sobre la bicicleta. Cierto es que unas piernas potentes denotan entrenamiento y dan a entender que estamos ante alguien que rueda bien con la bicicleta, pero no podemos caer en trivializar esta relación ya que aunque, se podría pensar que mientras más potencia muscular se tenga en las piernas sería mejor, no es así.
La clave de esta cuestión radica en las características físicas de cada ciclista, en el denominado IMC -índice de masa corporal– que se calcula dividiendo el peso de una persona por su altura en metros cuadrados. Está claro que la ‘corpulencia’ de un corredor u otro va a determinar en gran medida los terrenos en los que será más efectivo.
Por ello, la constante del IMC hay que tenerla muy en cuenta. Como dato apuntaremos que la de un corredor catalogado como ‘escalador’ suele estar alrededor de 20. Los velocistas, por su parte, cuentan con un IMC de 22 o 23. La razón de la importancia del IMC radica precisamente en la potencia que pueden generar los ciclistas sobre los pedales y las fuerzas de resistencia que los frenan.
La diferencia de la que hablábamos la podemos ver plasmada como ejemplo en dos ciclistas concretos: Nibali mide 181cm y pesa 65kg con un ICM de 19,8. Kittel, por su parte, alcanza los 188cm de altura y 82kg de peso, con un ICM de 23,2. Otro ejemplo, lo podemos encontrar si comparamos a Contador con un IMC de 20 y Cavendish de 22,6.
Según indican los diferentes estudios que hay al respecto, en una carretera llana la principal fuerza de resistencia con la que se encuentra el ciclista es la que genera el viento, por lo que mientras más potencia puedas aplicar para romper esa resistencia podrás rodar más rápido. También, cuanto más grande es el músculo más alta será la potencia que produce; pero no se trata de una potencia que se pueda mantener durante mucho tiempo, por lo que siempre hay que buscar la ratio precisa entre fuerza y resistencia.
Si hablamos de subidas, todo cambia y, según estos mismos estudios, cuando aparecen pendientes superiores a 5% es cuando la gravedad pasa a ser la principal fuerza de resistencia y los músculos se convierten en un obstáculo, precisamente porque pesan mucho.
BALANCE DE LA RELACIÓN POTENCIA/PESO
Aquí entra en juego el balance de la relación potencia a peso. Y es que, un escalador en una subida importante es capaz de producir unos seis vatios por kilo de masa corporal y a medida que la masa corporal, el peso, aumenta los ciclistas no son capaces de sostener esa relación potencia a peso.
Como ya hablábamos en otro post del Tío del Mazo, la potencia del ciclista se mide en vatios y es un elemento determinante a la hora de marcar el rendimiento.
Como ejemplo, el doctor Andy Kirkland, entrenador de la Federación Británica de Ciclismo, señalaba a los resultados de la ascensión al Alpe d’Huez, en la que se puede apreciar que tres kilos de peso puede generar una diferencia de dos minutos y medio en una subida de 14 kilómetros. En cambio, en un final de etapa en grupo donde se alcanzan velocidades de unos 70 kilómetros por hora, son esos kilos de más los que marcan la diferencia.
