Por Techo Díaz.- A estas horas, Marty McFly debe estar llegando del pasado con su DeLorean, el viejo y la chati, sin sospechar por un momento la que se le viene encima. Y como va a tardar poco en darse cuenta de que los aeropatines no existen y las Nike prometidas están que si salen que si no, lo más probable es que se acabe metiendo en una tienda de bicis. Es una fantástica opción para pasar tu primera tarde en el futuro.
Pero no adelantemos acontecimientos. Sabemos por su biografía no autorizada -llevada al cine por Robert Zemeckis- que el muy pillín va a hacerse antes de nada con un almanaque de resultados deportivos. Y si se le ocurre echarle un ojo a la sección de ciclismo antes de que se lo afane Biff Tannen lo va a flipar un rato. En 1985, el vigente campeón del Tour era Bernard Hinault, el mismo que había ganado en el 81 y el 82. En el 83 y el 84 el triunfo fue para el parisino Laurent Fignon. Desde 1977 a 1985 todos los ganadores fueron franceses, con la única excepción del holandés Zoetemelk en el 80. Es decir, el almanaque estaba lleno de banderas tricolores.
Y a partir de ahí el desierto. Ni un solo francés ha vuelto a ganar en los Campos Elíseos desde que Marty McFly arrancase su DeLorean en el 85. Españoles, alemanes, daneses, italianos, australianos y hasta ingleses, pero ni rastro del habitual dominio gabacho. En 30 años.
De los corredores, claro está, no le sonará ni el Tato, salvo que… un momento… Movistar ganador de la general por equipos en la Vuelta y en el Tour… y el director sigue siendo… no me lo puedo creer, carámbanos… si es Eusebio Unzué…
Aunque siendo realistas (todo lo que se puede ser en la hipotética reconstrucción de los pasos de un adolescente que viaja en el tiempo a bordo de un deportivo), lo más probable es que a McFly no le interesen demasiado Lemond ni el ciclismo europeo. Así que una vez ojeado el almanaque deportivo, seguramente encamine sus pasos hacia la plaza del pueblo con el objetivo de agenciarse una Pepsi Perfect y algo para picar. Y por el camino tiene que toparse con una tienda de bicis. Estamos en 2015 y ya sería raro que en Hill Valley no hubiese ninguna cuando en España y en toda Europa salen como setas.
Una rápida mirada al escaparate y ya tenemos al bueno de Marty soltando expresiones de entusiasmo. Imaginaros el shock cuando descubra las Fat Bikes, unas ruedas enormes pensadas para andar por la nieve, el barro o el suelo de cucarachas que pisa Indiana Jones en la peli del templo maldito. Una bici tan radicalmente distinta a la que haya podido ver que se va a quedar ojiplático. Si hasta yo me asombro de estos ingenios y estaba vivo en 2014.
Que le guste o no ya es cuestión de piernas. Igual prefiere probar con una bici eléctrica que, aunque no son tan fardonas como los aeropatines también parecen cosa de ciencia ficción cuando se prueban por primera vez. Y eso que la primera patente de una bici eléctrica es de tiempos del bisabuelo de Marty. Pero aunque la primeras se patentasen en 1895, en pleno siglo XIX, en 1985 no era común verlas por las tiendas, y mucho menos probarlas. Seguro que McFly alucina en las cuestas. Y no te digo nada si le cuentan lo de Copenhaguen Wheel, la rueda que transforma una bici en eléctrica.
Y qué decir de la ropa. Los cascos de ahora no tienen nada que ver con las chinchoneras de antaño, y la gente ya no lleva cintas en el pelo. Si hablamos de potenciómetros, pulsómetros, garmins y gps varios lo va a flipar en colores. Y a ver cómo le explicas como funciona Strava si el pobre no sabe ni lo que es el móvil…
Seguimos: cambio electrónico, pedales automáticos (cambios sin rastrales), platos ovalados, el uso de carbono… La plegables ya existían, y las mountain bike acababan de aparecer, pero seguro que no tenían nada que ver con lo que se va a encontrar Marty en las tiendas esta tarde. Y es que, salvo que se encuentre con un grupo de chalados entrenando para l’Eroica y piense que se ha jodido su DeLorean, la musa de Chuck Berry va a alucinar con lo mucho y lo poco que ha cambiado todo en estos 30 años.
Porque al final no hay aeropatines ni coches voladores ni grandes revoluciones en los medios de transporte. Pero sí un gran avance. Que cada vez más gente va en bici y que, por muy antiguo que sea el invento, no deja de ganar adeptos cada día. Y eso, no lo olvidemos, hace que cada día este planeta sea un mejor lugar para vivir. Bienvenido al futuro, Marty.