Por Techo Díaz.- Todos los niños tienen un héroe. O varios. Yo tenía uno, pero era la mezcla de varios. O, para entendernos, tenía nombre compuesto, un poco a la americana: dos nombres y un apellido.

Se llamaba Mark Mickey Timoner y era el mejor deportista del mundo. También era, claro está, un superhéroe con habilidades probadas para salvar el mundo, pero eso no era lo que más le interesaba. Lo que le gustaba era hincharse a ganar medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84.

Participaba en todos los deportes, y en todos conseguía medalla. Era el ejemplo perfecto de superhéroe para un niño de 7 años con imaginación desbordante que se pasó todo aquel verano “jugando a las Olimpiadas” y soñando que aquel superhombre coleccionaba metales en todas las disciplinas. De haber conocido lo que significa “alter ego” quizás hubiera entendido que no era más que una proyección de sus sueños, pero era demasiado joven y estábamos en verano. Sólo pensaba en jugar.

superheroe deportista
Mark Mickey Timoner, un auténtico crack

Etimológicamente, el nombre tenía una explicación muy sencilla que no se le hubiera escapado a ningún niño de la época. Mark era el nombre del jefe de Comando G, la serie más molona de dibujos animados. Todo el comando molaba, pero Mark encima era el jefe. Era el tipo que todos queríamos ser cuando, subidos a un arco de hierro de esos columpios que ya no se fabrican, jugábamos a defender la Tierra de los ataques de seres de otras galaxias.

Mickey es mucho más conocido, claro. Pero aquel Mickey de los 80 nada tenía que ver con el ratón cursi que aparece ahora en las camisetas de Primark lanzándole besos a Minnie. Ya salían juntos, vale, pero el intrépido ratón se centraba entonces en resolver misterios que tenían desconcertados a toda Ratolandia. Y era el protagonista de los cómics Don Miki.

Un puto crack, vaya. Mientras Donald se presentaba como un pato más bien bobalicón que suspiraba por el dinero del Tío Gilito, Miki era un ejemplo para todos los humanos. Y desde luego combinaba muy bien con Mark para crear un nombre compuesto.

Ahora bien, lo más raro de mi superhéroe era el apellido. Timoner. ¿Qué niño en su sano juicio añadiría a su elenco de ídolos un apellido aparentemente tan normal?

Tiene su explicación, y empieza en este caso por el fútbol. Antes aún de JJ.OO. del 84 se celebró en España un evento del que se hicieron eco todos los medios, y al que ningún niño fue ajeno: el Mundial del 82. Y aunque la serie Naranjito era mala y España lo hizo aún peor, quien más quien menos soñó algún día con ser futbolista. Nuestras carpetas se llenaron de cromos y las calles se inundaron de posters, era un acontecimiento mundial y todo el mundo hablaba de ello.

Por alguno de los azares de mi vida, a mi casa fue a parar un libro con la historia de los mundiales. Lo leí tantas veces que aún recuerdo estar viendo sus tapas blancas y sus páginas llenas de fotografías. En ellas se repasaba todo lo acontecido desde el 30 hasta el 82 y se presentaba, no sin razón, a la Selección de Brasil como una de las grandes maravillas de la historia del deporte.

Pelé y los suyos eran presentados casi como dioses, y no era para menos. Eran por aquel entonces los únicos en haber ganado tres veces el Campeonato del Mundo.

Y en esas andaba yo, idolatrando a la canarinha, cuando a mis oídos llegó la historia de un ciclista mallorquín que había ganado 6 veces el campeonato del mundo. Lo flipé. Si entre varios sólo han conseguido, y los que más, ganarlo 3 veces, ¿cómo puede un solo tío ganarlo seis veces?

ciclista 6 veces campeon del mundo

Estaba absolutamente impresionado, y además tenía solo 5 años. Ni se me ocurrió que los mundiales de uno y otro deporte pudiesen tener una periodicidad distinta, o que hubiese otros deportistas (el mismo Ángel Nieto estaba por ahí) que pudiesen superar esa cifra. Guillermo Timoner se había convertido en mi ídolo indiscutible.

Timoner ganó 6 veces el Campeonato del Mundo de medio fondo tras moto entre 1955 y 1965. El de España lo ganó en tantas ocasiones que se hace aburrido contarlas, pero la última tuvo un mérito especial, pues lo ganó en el 84 a punto de cumplir 60 años. Quizá eso fue lo que lo volvió a poner de moda en aquel verano en que yo jugaba a coleccionar medallas imaginarias con el héroe de mi niñez.

El caso es que además, Timoner, era del pueblo de al lado, Felanitx, y tenía una tienda donde vendía bicicletas. Un día mis padres me llevaron a conocerlo y el hexacampeón del mundo me firmó un autógrafo. Fue uno de los momentos más bonitos y emocionantes de mi corta vida.

No se ha demostrado aún que Guillermo Timoner sea un superhéroe, pero tampoco está claro que sea un simple mortal. El mes que viene cumplirá los 90 años y el deporte español aún tiene la suerte de contar con uno de los más grandes entre sus filas. Un tipo enamorado de la bicicleta que hace solo unos años solicitó poder recorrer 100 kilómetros en pista para la inauguración del Palma Arena.

Estrella patria en los años 60, tras su retirada siguió el camino que muchos otros ciclistas –como el mismo Bahamontes- tomarían tras colgar la bicicleta: abrir una tienda de deportes.

Más allá de la carretera, los caminos o la pista, no hay mejor lugar para un ciclista que una tienda de deportes. Rodeado de bicicletas, maillots, bidones o cadenas me gusta imaginar que Bahamontes, Timoner y tantos otros han sido felices algún día. No hay como vender o aconsejar desde la pasión que uno siente por las cosas que vende.

Nosotros nunca hemos sido campeones del mundo. Vaya por delante que tampoco hemos participado, pero tampoco nos faltan sueños de campeón. Hace años lanzamos un blog sin más objetivo que entretenernos y lograr llegar a algún que otro aficionado tan loco como nosotros, que compartiese la pasión por las dos ruedas en todas sus extensiones.

Y poco a poco lo fuimos consiguiendo. Unas decenas al principio, centenares después y a veces tanta gente que nos abruma, pero también nos emociona. Somos muchos los que amamos este deporte. Ya van seis años de blog y hemos ido pasito a pasito, pero ya hemos superado 1,8 millones de visitas anuales y 50.000 seguidores en redes sociales.

Tienda de ropa ciclista

Hace unos días lanzamos una tienda con el mismo espíritu. Lo hemos llamado #BikingAttitude y no consiste en otra cosa que en disfrutar del ciclismo. Salimos con poca cosa, pero de calidad. Queremos que los maillots y los culottes sean una referencia, que la gente disfrute de verdad al ponérselos y montar en bicicleta.

Da igual lo despacio que vayamos, queremos hacerlo bien. Viviendo el momento. Y aconsejando desde el corazón, con productos en los que realmente creemos. Así es la gama de lanzamiento, y así queremos que sean todas. Con el espíritu de los grandes hombres que se dedicaron a la bicicleta, y también con el de los imaginarios, como Mark Mickey Timoner, mi gran ídolo de la infancia. Cierto que nunca existió, pero estoy seguro de que apoyaría el proyecto. Era todo un campeón.

Tienda Ropa El Tío del Mazo: aquí

 

 

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