Por un Señor de Toledo.- La tercera etapa de la París-Niza resultó ser un infierno. Un infierno muy particular de nieve, frío, hielo y algunas cosas más. Las imágenes que nos llegaban desde la carrera hacían evidente el desenlace que tuvo toda esta mezcla de inclemencias meteorológicas: la suspensión de la etapa.
Con más o menos dudas, creo que en este punto estamos todos más o menos de acuerdo… Está muy bien la épica y el ciclismo siempre se ha caracterizado por esa lucha sin cuartel del hombre sobre su bicicleta contra todos y contra todo, entre ello, las inclemencias meteorológicas; pero, en esta ocasión, y por razones de seguridad y sentido común –creo yo-, no hay muchas dudas acerca de este extremo. Así lo manifestaron también varios corredores tras la carrera como Alberto Contador: “Así terminó la tercera etapa de Paris-Niza, decisión correcta, no se podía continuar. Una pena deportivamente”; o José Joaquín Rojas que también compartía la decisión: “Primer día de sensatez en el pelotón, la pista estaba impracticable”.
Ahora bien, lo que no vimos pero después hemos podido saber a través de las declaraciones de corredores como el marbellí, Luis ángel Maté o el alemán, Marcel Kittel es que los afanados corredores, adoptaron medidas extremas para luchar contra el frío. Sí amigos, medidas extremas como mearse encima… Ese líquido elemento que sale a 36 grados centígrados del cuerpo humano puede ser como un bálsamo para el corredor cuando el frío llega a ser insoportable…
“Hoy me he meado encima varias veces para entrar en calor, y no he sido el único. No sentía la cara, los pies ni las manos”: Así se pronunciaba el ciclista español de Cofidís, y además, recalcaba que no había sido el único en tomar esta medida… Aunque nos pueda parecer jocoso, o lo tomemos con cierto humor, la cruda realidad es que el frío del ciclista debía de ser muy, muy ‘jodido’ con perdón, porque mearse encima para calentarse más bien parece una escena sacada de las miserias de una guerra o de las andanzas de supervivientes al más puro estilo Bear Grylls.
Pocos deportes conozco en los que el profesional en plena competición llegue a mearse encima para paliar en frío… Maté no fue el único en hacer público las medidas anti frío que tuvo que tomar; el esprínter alemán, Marcel Kittel también se apoyaba la tesis del español: “¡Qué épico día en París-Niza! O uno frío y con lluvia, nieve, viento y culotes llenos de caliente orina”, comentaba.
No es la primera vez que esta ha sucedido, ni será la última, seguro. Es una prueba más de lo que este deporte conlleva… Quizá por eso el ciclismo sea el deporte más bonito del mundo. Quizá la victoria de un ciclista sepa tan dulce por todos los momentos amargos que hay que superar… Quizá sin cosas como ésta, nuestro ciclismo, sólo sería un deporte más.