Por El Aguador – Orbea es una de las marcas más reconocidas del ciclismo mundial. Presente en carreteras y caminos de todo el mundo, la marca produce más de 200.000 bicicletas que se venden en 55 países a lo largo de la geografía mundial.
Fundada en Eibar hace 175 años como una empresa de armas, en los años 20 del siglo XX, la empresa se pasó a las bicicletas dado su dominio de las técnicas de fabricación de tubos de hierro y acero. A finales de los 60, la compañía se encontraba al borde de la quiebra debido al descenso de la demanda de bicicletas, y fue adquirida por sus trabajadores que formaron una cooperativa, que a la larga se integraría en Mondragón Corporation, y trasladaron la factoría a Mallabia en Vizcaya.
Años 60: Época dorada de Orbea en España
Entre finales de los 60 y principios de los 90, Orbea logró una posición de liderazgo en el mercado español hasta que la crisis del 92-93 abrió una importante brecha en el tejido empresarial de nuestro país.
Fue en ese momento cuando Orbea se enfrentó por tercera vez en su historia al reto de adaptarse para seguir siendo competitiva. Su posición predominante en el mercado español le permitía resistir, pero no podía competir con los productos de bajo coste de Extremo Oriente. Por ello en 1997 inició su ambicioso proyecto de internacionalización apostando por aquellos clientes que exigían bicicletas y accesorios de alta calidad y apoyándose, siempre que le ha sido posible, en los acuerdos comerciales entre la Unión Europea y otros mercados internacionales.
Los 90: Una mirada al exterior
La estrategia de internacionalización que Orbea puso en marcha a finales de los 90 exigió a la cooperativa vasca una mayor agilidad para dar un mejor servicio de suministro. La simplificación de su cadena logística y los beneficios de los diferentes acuerdos entre la Unión Europea y algunos mercados internacionales resultan claves para entender el crecimiento internacional del grupo. Como afirma el Director General de Orbea Jon Fernández: “Los acuerdos comerciales internacionales son un factor clave para entender nuestra expansión a nivel mundial en el sector del ciclismo, en el que los fabricantes europeos sólo pueden ser competitivos si ofrecen calidad”
Un ejemplo es el caso de Chile, un mercado en el que Orbea casi a cuadruplicado su facturación en los últimos 5 años hasta alcanzar una facturación superior a los 280.000 € anuales. Un logro que se ha alcanzado bajo el amparo del acuerdo de comercio que la Unión Europea subscribió en 2002 con el país andino. En virtud a dicho acuerdo, el precio final tanto de bicicletas como de accesorios se ha reducido entre un 15 y un 35%, un margen muy importante en un mercado con una divisa más débil en comparación con el dólar estadounidense o el euro.
Gracias tanto a las ventajosas condiciones arancelarias como al propio empuje de la marca, Orbea casi ha cuadruplicado su facturación en Chile en los últimos años.
El mercado chileno es solo una muestra de cómo la pujante demanda internacional ha permitido a esta PYME no solo mantener puestos de trabajo, si no también seguir invirtiendo en la mejor formación de sus empleados. De hecho, casi dos décadas después de su apuesta por la internacionalización, los mercados más allá de las fronteras de la Unión Europea suponen para Orbea una facturación de más de 14,5 millones de euros anuales en 2015. Esto significa que 1 de cada 5 euros ingresados por la enseña vasca provienen ya de mercados como Japón, Canadá, Estados Unidos, México o Chile.
Un futuro de crecimiento
Orbea afronta los próximos 25 años con el reto de seguir creciendo en los grandes mercados internacionales como los norteamericanos y apostando por productos renovados como las bicicletas eléctricas, todo ello manteniendo como centro de su actividad su factoría de Mallabia, confiando en la labor de sus más que cualificados operarios y siendo un pilar para el deporte y la sociedad vasca, española y europea.