Por Techo Díaz.- No se sabe en qué momento se les fue de las manos. Eran guapos, ricos y buenos, y más allá de algún silbido en campo rival o algún hater descontrolado en la red nadie les cuestionaba nada. Eran estrellas, joder. Algunos crecimos amándolas, imitándolas, inspirándonos en cada uno de sus gestos, en cada una de sus sabias enseñanzas. El bien y el mal, lo que era arriba y lo que era abajo, el lado oscuro y la fuerza… creíamos a pies juntillas lo que nos contaban.
Hasta que un buen día dejaron de montar en bici. Primero fue una hamburguesa, luego dos, luego seis en cada mano… Máquinas de vending, bollería industrial, pánico a las abdominales. Se empieza por dejar la bici y se acaba por romper la báscula. Quizás fuese una tarde de pereza, una oferta de black friday no aprovechada a tiempo o aversión la lluvia de noviembre, pero el caso es que dejaron la bici.
Habrá claro, quien piense que esta historia es inventada. O incluso que se atreva a decir que estos tipos no han existido nunca. Gente poco viajada. Todo el mundo sabe que viven en Disneylandia, en el Parque de la Warner o en barrios como Sésamo. Es cuestión de acercarse para verlos.
Sólo que ahora no es el mejor momento. No es una enfermedad, ni un virus ni nada que hubiese sido inevitable. Es simplemente que dejaron la bici. Y ahora da penita verlos… El diseñador chicaguense Alex Solis (¿suena raro el gentilicio de Chicago, verdad?) ha realizado estas ilustraciones sobre unos personajes que quizás, solo quizás, no tengan nada que ver con la historia que les he contado, pero que harían bien en coger la bicicleta. Y que nos sirve, gracias a su ingenio, para empezar con una sonrisa esta tarde lluviosa de noviembre.
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