Por Techo Díaz.- Desde 1923 a 1936 el Real Madrid Club de Fútbol tuvo un equipo de ciclismo. No era una rareza, puesto que algunos de sus grandes rivales, como el Barcelona, el Español y el Athletic de Bilbao, también tenían plantel propio.
Eran años de auge para el ciclismo, que se consolidaba como el segundo gran deporte de todos los españoles, capaz de congregar multitudes tanto en las pruebas en ruta como en los velódromos. Los ciclistas eran considerados verdaderos héroes (realmente lo eran), que competían con auténticos hierros en pruebas tan exigentes como la Madrid-Tarragona o la Villarreal-Teruel-Villarreal.
[adrotate banner=”17″]
Los clubes de fútbol, único deporte que superaba en popularidad al ciclismo, no tardaron en darse cuenta de la situación y organizaron sus escuadras. Y aunque el ciclismo era entonces un deporte que dominaban los catalanes y los vascos, el primero en aparecer fue el Real Madrid, cuya sección fue fundada en 1923. Los merengues entrenaban en el velódromo de Ciudad Lineal y cosechaban victorias en carreras locales como los Campeonatos de Madrid o la Madrid-Navacerrada.

Cabe recordar que la Vuelta Ciclista a España todavía no existía y que las grandes figuras del momento, además, vivían en Barcelona o en el País Vasco. En 1927, abre su sección el F.C. Barcelona y se hace con los servicios de Mariano Cañardo, el gran ídolo del momento. Con él consiguen la victoria en la Volta a Catalunya ese mismo año y se afianzan como un duro rival para los merengues, que aún no cuentan en sus filas con ninguna estrella del pedal.
Los duelos Madrid-Barça no fueron excesivamente parejos, todo hay que decirlo. Pero eso no fue óbice para que, en sus trece años de existencia, el Madrid consiguiese un buen puñado de triunfos. Y digo el Madrid porque, como se puede ver en esta foto de la época, el Madrid, como tantos otros clubes, dejó de ser Real en los años de la república. El maillot ciclista llevaba un escudo sin corona.

Con este maillot consiguieron sus mayores triunfos las dos estrellas del combinado madridista: Vicente Carretero y Julián Berrendero. El primero, madrileño de nacimiento, fue una de las grandes estrellas de la Vuelta de 1936, donde se anotó 5 triunfos de etapa. Ese mismo año había ganado también el Campeonato de España.
Su compañero, Julián Berrendero, fue cuarto en la general ese mismo año, primer español en una edición que dominaron los belgas Deloor. Fue el primero de muchos éxitos, ya que ese mismo año ganaría la clasificación de la montaña en el Tour de Francia, impresionando a la prensa gala por su poderío, incontestable, en la conquista de las más altas cumbres.
Su éxito allende los Pirineos no tuvo sin embargo gran repercusión para su equipo. Julián ya nunca volvería a vestir la camiseta del Real Madrid. El equipo fue incapaz de sobrevivir al estallido de la Guerra Civil y Berrendero, como la mayoría de ciclistas que habían sido seleccionados para disputar el Tour (entonces se corría por selecciones nacionales) no regresó a España. Cuando lo hizo, fue detenido y enviado a un campo de concentración, aunque eso forma parte ya de otra historia, la del mejor ciclista que el Real Madrid tuvo jamás en sus filas. Una historia que, prometemos, será contada con mucho más detenimiento.
Aunque, tras la guerra, la sección de fútbol remontó el vuelo, el equipo ciclista nunca volvería a rodar. Una breve pero intensa historia de 13 años que se vio bruscamente interrumpida de la peor de las maneras. Y que nos deja, inevitablemente, una pregunta, ¿cómo sería hoy el ciclismo si hubiesen seguido existiendo el Madrid y el Barcelona?
[adrotate banner=”15″]