Por Techo Díaz.- Normalmente las vidas de futbolistas y ciclistas transcurren en universos paralelos. Rara vez llegan a tocarse y hasta se podría pensar que se evitan. El momento cumbre del ciclismo es cuando los futbolistas están de vacaciones y las pretemporadas son diametralmente opuestas, las de unos en agosto y otros en diciembre. Unos buscan el fresquito y huyen de España y otros vienen a España como setas, sean del país que sean.
Y sin embargo, están muy lejos de ignorarse. Por lo general, a cualquier deportista le atraen todos los deportes. Son lectores habituales de las últimas páginas de los diarios o de la penúltima sección de los noticieros televisivos. Y conocen y siguen con entusiasmo las hazañas de otros deportistas como Rafa Nadal, Fernando Alonso o los hermanos Gasol.
Algunos ciclistas, como Purito, son fans declarados del Barça y otros como Contador lo son del Madrid, pero todos o casi todos siguen el fútbol, y también los futbolistas siguen cuanto acontece en el mundo del ciclismo. Y a veces, claro, coinciden en alguna concentración o algún evento. Y hablan, claro.
¿De qué? Rara vez trasciende, salvo que se convierta en anécdota o que alguien lo relate en sus memorias. Como ocurrió la vez que Claudio Chiapucci coincidió con Hristo Stoichkov en un hotel de Montseny, donde solía concentrarse el Dream Team entrenado por Johan Cruyff. Corría el año 1995 y se estaba disputando al Volta a Catalunya. El azar quiso que equipos como el Carrera o el Lotus Festina se alojasen en el mismo hotel que el Barça.
[adrotate banner=”15″]
En el Festina trabajaba entonces el tipo más conocido del pelotón, el hombre del bigote, Jaume Mir, el hombre que llevaba trabajando en ciclismo desde los tiempos de Bahamontes y salía más en la tele que cualquiera de las estrellas del momento. De hecho fue por él por quien preguntó directamente Hristo Stoichkov, quien no ocultaba su curiosidad por conocer a un hombre que, además, había hecho de malo en infinidad de westerns.
Mir, que además de todo eso era culé empedernido, de dejó encontrar y, tras saludar a su ídolo, le propuso que probase “un masaje de ciclista”. “Te vendrá bien para bajar el cargamiento de piernas”, le dijo, y el astro búlgaro aceptó de inmediato. Y en la habitación del masajista fue donde coincidió con el diablo, Claudio Chiapucci.
El ciclista italiano lo tuvo claro desde el principio. “Ficha por la Juventus, ficha por la Juventus”, le aconsejaba con diabólica insistencia. Pero Stoichkov no le hizo caso. Aquel año probó suerte en el Parma italiano, aunque luego volvió al Barça, el club donde había cosechado sus grandes éxitos como futbolista. Y es que el consejo de Chiapucci no era del todo malo. Al año siguiente, la Vecchia Signora se proclamaría campeona de Europa tras derrotar al Ajax en una tanda de penalties.
Una más de las anécdotas del libro “Secundario de lujo”, escrito por Iván Vega y el propio Jaume Mir, donde se recogen las memorias del hombre del bigote, ese clásico del pelotón también conocido como Taxi Key, durante casi medio siglo icono imprescindible del ciclismo nacional e internacional. Un entretenidísimo relato más que recomendable.