Por Techo Díaz.- En la era de Internet se mide todo. Las pulsaciones, los watios, los esfuerzos y casi hasta los pensamientos. Y los datos de la Roubaix son devastadores. No había duda ya en 1896, pero tampoco la hay en el siglo XXI. El infierno del norte es la carrera más dura del mundo.
La edición del pasado sábado fue, además, la más rápida jamás corrida. 257 kilómetros a una media de 45.204 km/h por adoquines, barro y senderos en 5 horas y 41 minutos que convierten a Greg Van Avermaet en uno de los tipos más duros de la historia del ciclismo. Cierto que el tiempo respetó, y eso hay que valorarlo en su justa medida. Quizás el del belga no sea el más épico de todos los triunfos, y tampoco se pueden comparar las bicis de antes con las de ahora, pero no deja de ser la edición más rápida jamás corrida.
Y eso, creánme, fue devastador. El propio Sagan, siempre tan animoso, colgaba en su Twitter algunas fotos de su paseo por el infierno, y no estaba, tan jovial él, precisamente tirando cohetes. La Roubaix destroza, y lo hace por distintas razones. Una de ellas el terreno, claro. No es lo mismo un paseíto de cicloturista por la zona que hacerlo a 50 por hora, luchando por mantener la posición y no caerte al suelo un tramo tras otro. Luego está la distancia, claro. Con la reducción de kilometraje en las grandes vueltas solo las clásicas mantienen esa esencia del ciclismo antiguo de finales del XIX. Hecho por bestias y pensado para bestias.
Y con todo, eso es lo de menos. Si nos perdonamos, la lluvia, el barro y el viento, que es brutal cuando aparece, el factor decisivo que convierte a esta prueba en la más dura del ciclismo World Tour es la competitividad. Aquí no hay segundas oportunidades ni tiempo para recuperar. Te la juegas un solo día. Y todo mundo quiere el adoquín que te distingue como el tipo más duro del mundo.
Vean si no, estos datos, recopilados en un magnífico artículo de la web Cycling Tips sobre los datos de la carrera. Gracias a Strava y a otras aplicaciones hoy en día es posible medirlo casi todo, y algunos de ellos son más que significativos. Como por ejemplo, los del sprinter André Greipel, que finalizó séptimo, a solo 12 segundos del ganador.
De los datos deducimos dos cosas. Una, que la carrera es para tipos altos y fuertes. 1,84 mide el alemán. No crean que Nairo Quintana o Alberto Contador se escaquean, es que no pintan nada aquí. La exigencia es muy grande y los tipos de 60 kilos no son bienvenidos. No solo porque los ciclistas grandes producen más energía, sino porque sus cuerpos son mejores para absorber las vibraciones del pavés.
Otra cosa que llama la atención es que apenas hay diferencias entre el gasto entre la primera y la segunda parte de las carrera. Y es que la Roubaix se disputa a muerte desde el principio. Hay caídas y ambición, los caminos son estrechos y los líderes no pueden permitirse ir a cola del grupo hasta 70 kilómetros de meta. No es la única en el mundo que se corre así, vale, pero aquí, sí o sí, hay guerra desde el adoquín cero.
Podemos comparar los datos de Greipel con los de Michael Valgren (Astana) hace una semana en el Tour de Flandes, donde acabó undécimo.
First half: | 3 hours 20 minutes | 178W average | 2.40 W/kg |
Second half: | 3 hours | 297W average | 4.01 W/kg |
La diferencia de watios entre la primera y la segunda parte de la carrera es brutal. Podemos decir, generalizando pero sin miedo a exagerar, que la Roubaix es el doble de dura por la forma en que se corre.
Más datos. Sobre los gregarios, esos que nunca se ven. Tim Declercq (Quick-Step Floors) estuvo trabajando para Boonen desde el principio y quemándose antes de que llegasen los adoquines. Estuvo rodando a una media de 390W durante 10 minutos cuando solo se llevaban 19 kilómetros de carrera.
La primera hora se rodó a 50 km/h y no hubo escapados. Las escaramuzas comenzaron con los primeros adoquines (ya con 96 km. en las piernas) y uno de los escapados del día fue Mickaël Delage. Estos son sus datos:
Estuvo 67 kilómetros escapado y lideró el paso por 11 tramos de pavés. Al final, llegó a meta en el puesto 43, a casi 10 minutos del ganador.
En la parte final de la carrera, como suele ser habitual, fue donde se decidió todo. Saltos, más saltos, desgaste, reagrupaciones y todos los ingredientes que hacen de esta infernal carrera la favorita de los aficionados. Aquí tenemos los datos de algunos de los protagonistas en la parte final de la Roubaix.
En el velódromo, a la postre decisivo para el final de la prueba, es donde se produjo el último esfuerzo. La arrancada de Stybar y el sorpasso de Van Avermaet, mientras a lo lejos, se intuía amenazante la llegada de los sprinters, con Demare y Greipel como principales amenazas. Los datos del alemán son escalofriantes. En los últimos 28 segundos produjo una media de 1,035W (12.24 W/kg) y alcanzó los 58.8 km/h. En esta sección alcanzó un máximo de 1,533W (18.14 W/kg) y 61.4 km/h. Tras, recuerden, 257 kilómetros y casi 6 horas de esfuerzo sin descanso.
Por algo le llaman el Infierno del Norte.