Por Techo Díaz.- Es la pregunta obligada, la que se cuela en las tertulias de terraza y chiringuito, y no digamos en la red. Con apasionados detractores y acérrimos defensores, landistas confesos y antilanders declarados. Y desde luego la gran duda que se plantea tras este Tour 2017, al que no podemos calificar de sorprendente pero quizás sí de transición.
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Porque, asumiendo que solo Valverde es eterno, los años van pasando también para Froome. El ciclismo es un deporte muy duro, y aunque la estrella británica ha renovado con el Sky hasta 2021, difícil lo ve a tener para ganar el quinto y no digamos el sexto. El relevo generacional es ineludible y la era Froome va a tocando a su fin. Ley de vida, como el propìo Alberto Contador, el ciclista mentalmente más fuerte del circuito, ha sufrido en sus piernas. Llegará un día en el que alguien le haga a Froome lo que Alberto le hizo a Lance Armstrong en su regreso.
¿Y quiénes son los grandes nombres de la nueva generación? Son cinco y se enumeran rápidamente: Tom Dumoulin, Nairo Quintana, Romain Bardet, Fabio Aru y Mikel Landa. De estos cinco debería salir el primer ganador de la era post-Froome.
Y la pregunta no es si Landa podría haber ganado este Tour de 2017 -que está claro que no- o si ganará el de 2018, si no si realmente tiene la clase suficiente para estar en el club de los 5 magníficos.
Analicemos, por un momento, con sangre fría. ¿es Mikel Landa mucho peor que Fabio Aru o Romain Bardet?. Parece claro que no. Al sardo le ha superado en la general, y el francés le ha sacado un segundo, que podría no existir de habérsele aplicado la sanción que sobrevoló sobre él por alimentación indebida. Cierto que el alavés corrió de manera distinta -con algo más de libertad al no ser jefe de filas- pero también que venía de un Giro de Italia donde no se tocó los huevos. La una por la otra. Y otro dato concluyente. Hace dos años, en el Giro que Fabio Aru quedó segundo, Mikel Landa quedó tercero trabajando para él. Conclusión: algunos años irá mejor y otros peor, pero Mikel Landa está al nivel de Aru y de Bardet. Y es algo mejor en la crono.
Otra cosa son los dos capos de su generación: Quintana y Dumoulin. El holandés le da mil vueltas en la crono y el colombiano es – no nos engañemos por su mediocre Tour- bastante mejor en la montaña. En conjunto, son dos corredores más completos, los que deberían estar destinados a heredar los galones de Froome en la Grande Boucle. Pero tienen un problema: no son franceses, ni españoles, ni italianos.
No nos engañemos. Francia va a seguir diseñando tours para que los gane Bardet. En Italia le pondrán las cosas fáciles a Fabio Aru, y en España, aunque con más complejos, haremos lo propio con el alavés. Y esto, aunque puede parecer antideportivo, responde a una lógica aplastante. Las Grandes Vueltas no solo son deporte,sino también espectáculo y negocio. Echen un rápido vistazo a los patrocinadores de La Vuelta. Aunque multinacionales, la mayoría de las empresas que hacen posible este evento tienen más intereses en España que en Japón o en Argentina. Para que les rente su inversión, imprescindible para la carrera, necesitan audiencia nacional. Y eso se consigue con una figura como Landa que arranque a los futboleros su interés por el ciclismo.
Y lo mismo, o más, pasa en Italia y en Francia. Y dado que las figuras emergentes allí se llaman Romain Bardet y Fabio Aru, podemos esperarnos recorridos con montaña, descenso y poca crono en el próximo lustro. Una auténtica putada para el señor Dumoulin, que de haber nacido en la época de Indurain o antes ganaría grandes vueltas con la gorra.
Eso, que para Tom es un marronazo, iguala sin embargo las cosas y hace más apasionante que nunca la era post-froomítica, donde al menos 5 grandes ciclistas saldrán en condiciones bastante parecidas. Y uno de ellos se llama Mikel. ¿Ganar el Tour? Pues depende de mil factores. Caídas, pinchazos, escapadas, diarreas, enfermedades o dobletes frustrados tendrán su dosis de protagonismo, pero ha demostrado que el reto, una vez envejezca Froome o se le aísle del todopoderoso Sky, está a su alcance.
Y eso, mientras llegan los Soler, Fernández y compañía es mucho más de lo que algunos esperábamos del ciclismo español en los próximos años. Fácil no lo va a tener, y no van a ser cinco, pero sí, Mikel Landa puede llegar a ganar el Tour.