Enric Mas, el ciclista en el que nadie creía

Enric Mas lo petó en 2018. Contra todo pronóstico, fue segundo en la Vuelta a España que conquistó Simon Yates y ganó el penúltimo día, un super-etapón con final en el Collado de la Gallina. También se llevó, con 23 años, la general de los jóvenes dejando unas buenísimas sensaciones entre los aficionados españoles. Ya teníamos relevo, pensaron muchos, a la generación de oro de Purito, Contador y Valverde.

Y todos los ojos, y las esperanzas del ciclismo patrio, se pusieron en este joven corredor que apenas estaba empezando a correr. El propio Contador, a quien ayudó a conseguir su último triunfo en el Angliru, la había señalado públicamente como “su sucesor”. Y no hablaba de oídas. El mallorquín corrió tres años en la Fundación Alberto Contador, equipo en el que se formó y aprendió a ser ciclista.

Así que no era la poca la presión que recaía sobre el joven corredor del Quick Step en al año 2019. Enrolado en el que para muchos es el mejor equipo del mundo, el belga Deceunink Quick Step, se presentó a su primer Tour con la idea de luchar por todo. Y por unos días lo consiguió. Llegó incluso a vestir el maillot blanco de la carrera gala, por delante del mismísimo Egan Bernal, a la postre ganador de aquella carrera.

Hasta que el choque con la realidad y el jodido Tío del Mazo se plasmó de pronto, en la etapa número 15 de la carrera. Final en Prat d’Albis, con otros dos puertos previos de primera categoría y uno de segunda, unidos a problemas estomacales, hicieron que la joven promesa se desmoronase, entrando a 31 minutos del líder. Con todo, el mallorquín se recuperó a tiempo para tratar de defender, aún sin éxito, las opciones de su compañero Julian Alaphillippe para ganar aquel extraño Tour.

Era la primera decepción, pero Mas no había perdido aún el apoyo de la afición española, ni del tuiterío ciclista. Entre dentro de lo normal que un ciclista prometedor no lo pete en su primera grande (su primera como candidato), como también le ha pasado este año a Evenepoel en el Giro de Italia.

Los problemas empezaron en 2019 cuando fichó por Movistar. No hay nada más destructivo que el haterismo (¿o se escribe jaterismo?) nacional, que encontró en el mallorquín una nueva presa para denostar. Las críticas a la formación azul son una constante en Twitter, pero es que además los resultados no acompañaron al nuevo fichaje de la escuadra. Enric Mas no ganó ni una sola carrera el año de la pandemia, y además no estuvo cerca de hacerlo.

Al contrario que el también denostado Landa, Enric no atacaba ni con la mirada. Y eso en una afición que ya venía quemada por años del famoso codo de Nairo Quintana, hicieron que los aficionados al ciclismo perdieran la fe en el pupilo de Unzué incluso antes de la habitual. A mediados del año 2020 ya había quien le llamaba Enric Sad en redes.

Y es que no fue bien el año de la pandemia para la joven promesa. Llegó al Tour con la moral muy baja o la sinceridad muy subida, diciendo que ería un éxito acabar entre los 10 primeros. Y eso ya fue como pegarse una diana en la espalda para los lanzadores de dardos. El landismo, tan en boga por entonces, era exactamente lo contrario: intentar ganar aunque no tengas ninguna posibilidad. Y eso es que enamoraba (y enamora) a la afición ciclista.

A pesar de ello, Enric firmó un excelente Tour, yendo de menos a más y acabando en quinta posición. Quinto en la mejor carrera del mundo -o mejor dicho, la más disputada- no es tanto como ser el quinto mejor ciclista del mundo, pero se le asemeja bastante. Lo malo es que no hubo ataques, no hubo emoción y nunca suscitó ninguna esperanza.

Y lo mismo, o peor, le pasó en la Vuelta de la pandemia. Quinto puesto en la general y maillot blanco de los jóvenes, pero se le colaron ciclistas como Carthy o Martin, que nadie esperaba por delante.

Así que, admitámoslo, Enric Mas estaba muy lejos de ser el más popular de su clase a principios de 2021. Si además, a todo esto le sumas los grandes éxitos cosechados por ciclistas aún más jóvenes que él como Tadej Pogacar o Egan Bernal era fácil perder la fe en un ciclista que ni ganaba ni divertía. Con arrolladores jóvenes que llegando al ciclismo y ganando Tours a los 21 años era fácil interpretar que su tiempo había pasado. La paciencia no es un don que sobre en pleno siglo XXI.

El Tour 2021 era casi la última oportunidad para el ciclista que en 2018 había llenado de ilusión a los aficionados españoles. Y fue un fiasco en toda regla, como toda la pretemporada previa, donde solo brilló en una jornada de montaña con escasa participación en la Vuelta a la Comunidad Valenciana. En el Tour quedó sexto, a media vida de Pogacar, y corriendo en el mismo grupo y con el mismo estilo que Kelderman o Lutsenko. Ciclistas preocupados por conservar su puesto en la general que son obviamente muy buenos y tienen mucho mérito, pero no conquistan el corazón del aficionado.

Todo cambia en La Vuelta

Y, las cosas como son, Enric Mas llegó sin crédito a la Vuelta 2021. Muchos se subirán ahora al carro del ganador, pero yo he leído muchas previas y nadie incluía al mallorquín en la lista de favoritos. O si lo hacían, lo citaban como mejor opción española por rellenar un poco de espacio. Y tampoco contaban con él en las casas de apuestas. Había mas fe en Adam Yates, en Mikel Landa o hasta en Romain Bardet antes de que todo esto arrancase en Burgos.

Hasta que Enric ha ido cerrando bocas. No solo con fuerzas y piernas sino con una actitud diferente, agresiva y, ahora sí, rompecorazones. Atacar a Roglic en el Muro de Valdepeñas cuando sabes que te va a rematar porque es invencible en ese terreno dice mucho de su cambio de actitud, y de su confianza. Algo que transmite en las entrevistas, en los directos de final de carrera. Tan lejos de aquel “a ver si quedo entre los 10 primeros del Tour”.

Probalmente Enric Mas no gane La Vuelta. Porque enfrente tiene uno de los mejores ciclistas de esta carrera (va a por su tercer triunfo), y porque además Roglic es mejor en contrarreloj. Tanto, que es campeón olímpico de la especialidad. Pero, pase lo que pase, en la exigente tercera semana de carrera que está a punto de comenzar, Enric ya lo ha intentado. Y, lo que es mejor, nos ha devuelto la ilusión.

Para éste, y para los años que quedan. Porque cada ciclista tiene su propio ritmo de maduración y llega a su tope a determinada edad. Enric Mas tiene ahora 26 años y el año que viene tendrá 27. La edad a la que Indurain empezó a ganar Tours. Que Pogacar y Bernal hayan llegado antes no significa nada. Roglic, por ejemplo, ha llegado después, entre otras cosas porque viene de los saltos de esquí. Lo que sí nos ha enseñado la historia es que un ciclista tiene 5 años buenos o al máximo nivel, empiece a los 21 o a los 30.

Y el día de Enric Mas, madurado a fuego lento marca Unzué, parece haber llegado en esta Vuelta. Es, pues, momento de disfrutarlo.

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