El ciclismo catenaccio del Movistar

Movistar Team va a firmar una buena Vuelta. Se llevan la etapa reina y, salvo bernalada máster camino de Mos, el segundo y el tercer cajón del podio. Teniendo en cuenta que Primoz Roglic juega en otra liga, no es un escaso botín para figurar en la Wikipedia. Seguramente mucho más de lo que todos esperábamos cuando esto echó a rodar en Burgos.

Y sin embargo están recibiendo más abucheos que nadie en las redes sociales, termómetros del estado de opinión de muchos y muy activos los aficionados al ciclismo que aún quedan en este país. El ciclismo interesa, y mucho, como prueban los datos de audiencia de las etapas asturianas de La Vuelta. En Lagos de Covadonga se engancharon a la tele más de dos millones de personas, convirtiendo la exhibición de Bernal y Roglic en el segundo programa más visto del día.

Es fácil, con la tensión del momento, perder un poco los nervios y dejarse llevar por la pasión de la carrera. Lo hacen los locutores de televisión (todos), así que cuanto menos van a hacerlo los tuiteros. A fin de cuentas, es lo que hace divertido a las redes sociales y a la retransmisión televisiva. Si quisiésemos una simple descripción de los hechos bastaría con Radio Vuelta.

Así que a Movistar le ha caído la del pulpo. Cada cual a su estilo, injustificable en algunos casos, ingenioso en otros, constructivo en los menos. Pero no se trata de medir cada tweet por separado (cada cuál se refleja a sí mismo) , sino del sentir en general del aficionado, que se resumen en una palabra: decepción.

Pero también hay que decirlo. Movistar, que va a firmar una Vuelta impecable a nivel de resultados, ha corrido con un estilo que parece diseñado aposta para caer mal. Un ciclismo defensivo que contrasta con el desarrollado por la nueva generación de ciclistas que están dando a este deporte una nueva edad de oro a nivel mundial. El ciclismo antivanderpoel, antivanaert, antipogacar, antialapphilippe y también el antagónico al exhibido esta misma Vuelta por los dos grandes triunfadores a nivel popular: Egan Bernal y el campeonísimo Primoz Roglic.

Lo podríamos llamar ciclismo catenaccio. Es difícil definirlo mejor. La expresión, que circula desde hace tiempo en las redes y no solo ha sido atribuida a Movistar sino también al Sky de Froome y al BMC de Evans, hace referencia al estilo de juego defensivo que proporcionó a la selección italiana numerosos triunfos a nivel internacional.

Y de ahí también el debate que se está generando. Como leí ayer en una buena cuenta de ciclismo, ¿a la selección italiana que ganaba con catenaccio se le felicitaba o se le reconocía el oficio a la hora de competir?

Cierto que los Movistar no han ganado, pero son los mejores en categoría sub-esloveno. Que no es poco. En una Vuelta muy dura y con una participación de lujo. Y además sin equipo porque se les cayeron Valverde, Jacobs y Verona. Para un equipo acostumbrado a controlar las carreras, contar solo con Erviti, Oliveira (también magullado) y Rojillas se les ha tenido que hacer difícil cualquier estrategia.

Viéndolo así, habría que premiarles el oficio. Han sacado petróleo de lo que tenían. Segundo y tercero en una Vuelta en la que partían nombres como Bernal, Carapaz, Landa, Carthy o Yates no es moco de pavo.

Lo malo, y eso sí deberían hacérselo mirar, es que su ciclismo catenaccio viene de antiguo. De cuando Quintana sacaba el codo y atacaba solo en la última etapa de montaña, donde entonces sí, le sacaba tiempo a Froome. Y eso ya va haciendo mella en el aficionado que ve en Enric Mas, que siempre acaba bien las vueltas, una segunda parte del colombiano. Y el asunto de las tricefalias, que se repite año tras año, y hace que no haya ataques en la primera semana, porque ni siquiera se sabe quién es el líder, y cuando los quieren hacer ya es demasiado tarde.

Esta claro que el ciclismo catenaccio tiene su espacio, y su premio. Lo ha hecho hasta el propio Roglic en alguna ocasión, amparado por el Jumbo, y esprintando solo a 300 metros de la meta. Pero cada vez tiene menos sentido. Entre otras cosas porque se lo ha cargado Mathieu van der Poel. Vino al Tour, se vistió de amarillo, atacó a 200 kilómetros de meta, corrió a tope la primera semana y abandonó. Una locura, claro. Pero ¿quién es el ídolo de toda la afición mundial?

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