¿Qué ha sido de aquel poderío físico fuera de serie? ¿De aquellas patadas a los pedales que se clavaban en los rivales sin poder hacer nada? ¿De las exhibiciones lejos de toda lógica? Lo intenta, pero algo ha cambiado. Mathieu van der Poel ha dejado de ser Mathieu van der Poel en este Tour de Francia.

Y no precisamente porque no lo intente, no es falta de actitud ni mucho menos, simplemente es falta de fuerzas y un estado de forma lejos del que habituamos a conocer en el holandés. Quizás un inicio de temporada espectacular, pero en su línea, le está pasando factura. Pero tampoco debemos olvidar que este no deja de ser tan sólo su segundo Tour de Francia y su tercera Gran Vuelta en su carrera deportiva, por lo que no es ni mucho menos un veterano administrando su energía y sus esfuerzos. Nunca, de hecho, el del Alpecin había hecho dos Grandes en la misma temporada y eso también es difícil de gestionar.

Pero duele que, después de verle triunfando en A través de Flandes, en el Tour de Flandes o en el propio Giro de Italia, llegue el Tour, donde el año pasado llegó a exhibirse vestido de amarillo, y nos deje con esta sensación de vacío.

Hoy, en la undécima jornada de este Tour de Francia ha vuelto a intentarlo. De hecho, nos levantó a todos del asiento porque parecía que se iba a repetir la misma jugada que el año pasado, liándola desde el banderazo de salida junto a Van Aert en la fuga. El público enloqueció… pero solo durante unos kilómetros. Los que tardó la carretera en empinarse con la ascensión a Lacets de Montvernier, el puerto más fácil del día teniendo en cuenta que por delante quedaban Télégraphe o Galibier.

Pero Van der Poel fue el primero de la fuga en quedarse y dejó claro que sus piernas no marchan en este Tour. Lo intentó en la crono inicial y estuvo cerca de enfundarse el amarillo, pero fue un espejismo. Él mismo lo ha reconocido, que no es ni la sombra de lo que acostumbra a ser. Poco después, se bajó en mitad de la etapa y decidió marcharse para casa. Parecía lo más lógico y, si estas iban a ser sus piernas para el resto del Tour, no tenía mucho sentido seguir penando.

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