Por Javier García
La vigésima y última etapa antes de la contrarreloj individual de Madrid infunde miedo e inseguridad a partes iguales. Los ciclistas tomarán la salida en la localidad de Villarcayo para afrontar un total de siete puertos de entidad hasta la cima del Picón Blanco, completando un recorrido de 171 kilómetros. Quién salga de rojo de la cima burgalesa será casi con total seguridad el rostro ganador de la edición.
Siguiendo el prototipo de los grandes clásicos de Hollywood, lo mejor siempre va al final. Eso debió pensar la organización de la ronda española al diseñar la última etapa en línea del recorrido oficial. La jornada reina acumulará cerca de 5000 metros de desnivel positivo y no tendrá nada que envidiar a los grandes días alpinos del Tour. Tres puertos de Primera Categoría, dos de Segunda Categoría y otros dos de Tercera Categoría castigarán con suma indiferencia las piernas de los corredores, que en ese momento ya llevarán tres semanas de competición.
El sábado 7 de septiembre de 2024 será uno de esos días que recordaremos mucho tiempo. El banderazo de salida se dará en la capital del Nela, un terreno más o menos cómodo donde la fuga intentará jugarse todas sus opciones camino del primer puerto del día, Las Estacas de Trueba, de Tercera Categoría. Tras su coronación en el kilómetro 34 los integrantes del pelotón no volverán a avistar tierra llana.
Las Merindades detonarán la luz roja de la reserva energética de los corredores, eso quién aún la lleve consigo. El puerto de la Braguía (3º) y el Alto del Caracol (2º) serán los encargados de endurecer la carrera con un desnivel que aumentará progresivamente. En el Portillo de la Lunada (1º) la película se pondrá de cara para los valientes, o mejor dicho para los suicidas. Una ascensión del 7% donde perfectamente podría haber un ataque lejano que busque dar la vuelta a la tortilla a la general. Sin embargo, un arrebato alocado en este punto de la etapa provocaría con total seguridad la inmolación del mismo.
El Portillo de la Sía (2º) situado a 60 km del final de la jornada podría ser la última oportunidad para abrir grandes diferencias entre los mejores ya que su posterior bajada es tan llamativa como peligrosa, hagan sus apuestas. Kilómetro 133, no debería haber rastro de las pistolas en los armeros. Los gallos mirarán hacia arriba y las nubes irán guiando su final, por delante el enlazado de primera categoría con el Puerto de Los Tornos y el Picón Blanco, que el Tío del Mazo los pille confesados.
La subida a los Tornos hará las veces de quien se toma un pincho junto al vermú, desde ahí todo para arriba. Terreno idóneo para que los menos vigilados desafíen a los poderosos, también para que los poderosos se descuelguen las cadenas. Tras su coronación muchos ciclistas escucharán el silencio, a otros les inundará el pánico, llega el Picón Blanco.
Por las caras de la ascensión final resonará el eco del Landismo, tan presente en los últimos años en la subida burgalesa. 8 kilómetros con rampas rayadas que superarán el 17% en muchos tramos. Una subida donde no hay espacio para el ataque porque el ritmo ya hará la selección. Mirar hacia atrás puede suponer una condena y la seguridad en uno mismo puede dar mas garantías que la fuerza. El Picón Blanco volcará o aclarará una edición a la que ya solo le quedará el esfuerzo de Madrid, la general quedará vista para sentencia.