Por Javier García
Los enfrentamientos sociales y políticos se amontonan durante todo el año y hasta condicionan nuestra cesta de la compra. En un mundo tan globalizado como este, el racismo, las guerras, los enfrentamientos políticos o la diversidad de género han fijado en el deporte su altavoz más potente. Formula 1, golf, tenis, baloncesto y por supuesto fútbol, pensemos en el deporte que pensemos siempre asociamos una reivindicación política, en todos menos en el ciclismo. ¿Acaso se lo puede permitir?
Nos remontamos a mayo de 2020, George Floyd muere asesinado y se produce la mayor ola contra el racismo de las últimas décadas. El Black Lives Matter traspasa todas las fronteras, lo vemos en todo tipo de deportes. Jugadores de futbol antes de un partido, pilotos de formula 1 arrodillándose carrera tras carrera… ¿Qué ocurrió en el Tour de Francia y en el resto de las carreras ciclistas? Ni rastro.
El absentismo como respuesta también lo podemos encontrar en el caso de la guerra entre Ucrania y Rusia, o de manera más acentuada en el conflicto reciente entre Gaza y Palestina. En este suceso resulta aún más llamativo teniendo en cuenta la presencia del Israel Pro Cycling Team. Manifestarse no es una decisión unánime del corredor, sino también de equipos, patrocinadores, organizadores… En un deporte tan controlado económicamente por las marcas como el ciclismo cualquier opinión puede tambalear un proyecto, por lo que el espacio de maniobra se reduce a cero, no mojarse es el mejor salvavidas.
El ciclismo presenta un modelo de negocio decrépito con una financiación muy alejada del resto de deportes. Un equipo de futbol vive de los derechos de televisión, de las entradas y de otras muchas tomas de financiación. Nuestro deporte se sustenta de una sola manguera, los patrocinadores, mejor que no gotee. Equipos tan potentes como el Bora Hansgrohe dependen de cuantas cocinas o duchas vendan. Por lo tanto, para que el rio siga siendo caudaloso lo mejor será no involucrarse en política, pisemos fuera de los charcos.
Por un lado, este carácter tan robotizado del mundo del ciclismo puede parecer que se aleja de donde vive, que le da la espalda a los problemas y que por momentos se deshumaniza, paradójicamente creo que esto nos permite disfrutar del deporte de una manera más pura. Vivimos atados a problemas, los conflictos inundan la sociedad, la televisión y las redes sociales nos resultan cada vez más agotadoras, hasta el punto de que ya caricaturizamos a los deportistas muchas veces más por sus opiniones que por sus actos. En el ciclismo nos reunimos y no discutimos por nada más que el deporte, desconectamos de todo lo demás, esa debería ser la esencia.
Para muchos, la actitud del pelotón ciclista puede ser considerada de hipócrita ya que todo el mundo tiene una opinión. Para otros, el comportamiento debe ser igual de saludable que hasta ahora, manteniendo así una de las comunidades con mejor ambiente del mundo del deporte, el debate es tan profundo como respetable. En El Tío del Mazo hay paraguas para todos, y tú, ¿te mojas con nosotros?
