Por Javier García

Los números de lo que hasta esta temporada era el Jumbo Visma hablan por si solos, el equipo holandés se reparte en los últimos años junto a UAE gran parte de las victorias del calendario profesional. La nueva normalidad para los amarillos se basa en ganar cada carrera en la que se ponen un dorsal, un dominio apabullante que ha visto su máxima efervescencia en el último año con el triunfo final en las tres grandes vueltas. Todavía es pronto para hablar de brujería, pero es llamativo que un equipo que domina todos los ámbitos lleve 3 años sin lograr un monumento.

160 victorias profesionales en los últimos tres años superarían notablemente los mejores sueños de cualquier equipo, no nos engañemos. Triunfos de todos los colores, en todo tipo de escenarios y con una suficiencia que en ocasiones resulta abrumadora. Las grandes vueltas eclipsan las temporadas, pero para muchos son las clásicas las que conectan más con el espectador puro, albergando las mayores dosis de locura que se pueden ver sobre una bicicleta. Los monumentos no responden al dominio, tampoco se casan con el más bonito del pelotón, si no que se lo digan a Peter Sagan.

Los monumentos se han ido erigiendo como una piedra cada vez mas grande en el zapato del equipo neerlandés, da igual el cartel y la carrera, el resultado siempre se atraganta. Una victoria que de forma más lejana o cercana no se ha producido desde 2020, donde Roglic logró la Lieja-Bastoña-Lieja en un final de foto finish ante Alaphilippe.

Van Aert cede unos metros ante Van der Poel en la Paris Roubaix. Fuente: Paris Roubaix

Los amarillos mejoran cada año su receta con ingredientes de primer nivel como Van Aert, Laporte, Benoot o Van Baarle, pero el punto de cocción que sobresale en grandes vueltas no alcanza su apogeo en las mejores carreras de un día.

Es cierto que cuando llegan los adoquines y el barro el punto de exigencia es máximo, la competitividad ocupa el ancho de la carretera y el puño de hierro que otros días se impone hoy se desdibuja. La prueba aún se oscurece más si te toca bailar con Tadej Pogacar o Mathieu Van der Poel, gladiadores que precisamente no se toman este tipo de carreras como un entrenamiento. El dejar hacer, evitar riesgos y el azar de la carrera son otros de los síntomas que han provocado que el resfriado del paciente se agudice.

En un equipo donde el talento y la ambición no se negocia, es cuestión de tiempo que los monumentos caigan, pero como en toda sequía el paso del tiempo no cura, sino que pone alcohol en las heridas. Visma esperará que en 2024 su principal criptonita deje de ser tal.

 

 

 

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