Por Javier García
La dificultad de reinventarse supera con creces la que supone vencer por primera vez. En esas está el bueno de Egan Bernal, en retroceder hasta sus orígenes más profundos, las primeras pedaladas por su querida Zipaquirá, kilómetro cero de la presión. Los objetivos profesionales se esfumaron aquel 24 de enero de 2022 en las modestas calles de Cundinamarca, no era para menos, la salud siempre es el actor protagonista.
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Tercera posición en un campeonato nacional en ruta, no es un maillot de líder en una gran ronda, ni siquiera trata un triunfo, pero si algo a lo que agarrarse, la vida como siempre es cuestión de perspectiva. Fracturas en vertebras, fémur, rótula, costillas, perforación de los dos pulmones, 20 huesos rotos y un 95% de posibilidades de haber quedado parapléjico, son un anexo más en el prestigioso palmarés de Bernal.
De ser el corredor más joven en conseguir el Tour de Francia, de pelear por ser el primer colombiano en lograr las tres grandes vueltas tras su triunfo en el Giro de Italia, a postrarse en una cama de hospital. La gloria y la penuria son dos extremos que se tocan con los dedos. La memoria cada vez anda con las patas más cortas, algo que se acentúa en el mundo del deporte, aquí te retiran sin necesidad alguna de saber tu fecha de nacimiento.
Que Bernal vaya a recuperar su mejor nivel es una incógnita mayúscula, tanto como admirable es su pundonor. Su tercer puesto en los campeonatos colombianos puede no significar nada, cierto es, pero también puede significarlo todo. Pisar un podio profesional no es algo reseñable para alguien de su talento, hacerlo más de dos años después de la última vez y posteriormente a un accidente que apunto estuvo de costarte la vida, quizá sí.
Afortunadamente cada vez quedan menos restos de las secuelas de aquel fatal accidente, aunque los escalones ante una situación así se deben de subir de uno en uno. 2023 fue eso, metas cortas, acabar dos grandes vueltas y cada día aumentar el punto de competitividad, ni rastro de compararte con baluartes como Pogacar o Vingegaard. En este 2024 la pendiente se inclina más para el de Ineos, de correr pensando en terminar a volver a conjugar el verbo ganar en carreras como La Vuelta a España, pocas cosas hay más complicadas, pero los listones se los pone uno mismo.
“En cierto punto me dio como hasta nostalgia en la carrera porque me sentí como el Egan de antes” fue lo primero que salió de la boca del colombiano tras su podio nacional. Volver a tus orígenes no garantiza el éxito, pero si fija la primera piedra para alcanzarlo. 27 años es la edad perfecta para que un ciclista alcance su climax. Desde El Tío del Mazo estamos convencidos de que Bernal llevará a cabo su redención, volviendo a sacar la cabeza entre los mejores del pelotón.
