Por Techo Díaz.- En contra de lo que la Historia algunas veces nos ha dado a entender, los medievales eran muy listos. Uno se da cuenta cuando, habitualmente por estas fechas pero en general a lo largo del año, se pasea por los ya extendidísimos mercados medievales. Son como una especie de mercado, pero del medievo. Así que te puedes encontrar con torneos de caballeros, halcones entrenados para la cetrería, tabernas, puestos de telas, joyas, viandas o hasta versiones del barco pirata de las ferias tradicionales, pero sin electricidad porque Edison no había nacido.
Los comerciantes medievales, además, eran sumamente ricos. Basta preguntar en un puesto cualquiera para darte cuenta de ello. Una hogaza de pan, 8 euros. Claro, luego lees en Los Pilares de la Tierra que no había pan para el pueblo llano, pero si lo analizas tiene su lógica. 8 euros de 2012 serían ya más de 1.300 pesetas en el siglo XX, así que imagínate cuantos vellones podría suponer en tiempos de Alfonso VII. Una auténtica pasada.
Pero lo que más me llamó la atención hace unos días, paseando por el Mercado Medieval de La Adrada, fue esta figura que no tuve más remedio que fotografiar: un ciclista diseñado para guardar botellas de vino. Primero, porque hace que se tambaleen las teorías comúnmente admitidas de que la bicicleta fue inventada por un escocés mucho después de que terminase la Edad Media y segundo porque, todo sea dicho, el invento tiene su gracia.