Por Techo Díaz.- El mundo está lleno de leyes absurdas, aún vigentes en la actualidad. En las costas inglesas, por ejemplo, si aparece muerta una ballena nadie pueda tocarla. La cabeza es del rey. Sin embargo, la cola pertenece a la reina en el caso de que necesite los huesos para su corsé.
En Kentucky (EE.UU.), es ilegal llevar armas ocultas que excedan los dos metros de largo. Si miden 1,98 no pasa nada, pero a partir de los dos metros hay que llevarlas a la vista. En Florida, dentro del mismo país, las mujeres solteras no pueden saltar en paracaídas en domingo, bajo pena de cárcel. Y viajeros del mundo, cuidado, en Londres es ilegal coger un taxi si tenéis la peste.
Pero mi favorita de todas es ésta. En la ciudad de York es legal matar a un escocés dentro de las antiguas murallas, pero sólo si lleva un arco y flechas. Yo personalmente no tengo nada en contra de los escoceses, pero es que algunos van provocando…
En el mundo de los deportes pasa algo parecido. No tanto con los pérfidos escoceses -que provocan, pero no tanto- como con las reglas absurdas. En Fórmula 1 son ya muchas las ocasiones en que los responsables de este deporte han retirado alguna norma por incongruente y el propio ciclismo ha cambiado sus reglas con el paso del tiempo. En los años 20, los ciclistas debían llegar a meta con el mismo material con el que salían. No podían tirar al suelo ni un solo bidón vacío y muchos menos el maillot.
Claro que eran otros tiempos, y al campeón vigente del Tour, cuando le dijeron que no podía tirar un maillot al suelo se le hincharon tanto los bemoles que le plantó al dueño del Tour una sonora bofetada. Pero como digo, eran otros tiempos. Si la acción de Pellisier (el abofeteador) fue en todo reprobable, no tanto sus intenciones, que eran las de protestar por una absurda regla que tiempo después fue abolida.
Ayer, la Vuelta a España volvió a vivir una situación esperpéntica. 91 corredores, entre los que estaban todos los compañeros del segundo en la general, entraron fuera de control. Entraron a casi 54 minutos del ganador, cuando el cierre -y por tanto, la eliminación- se estipulaba en torno a la media hora.
A nadie sorprendió que la organización volviese a readmitirlos. Era un hecho que -ya lo comentaban Perico y Markel Irizar desde la retransmisión- se veía venir desde el kilómetro 20. Y el debate no es tanto si Guillén y los suyos hicieron mal. La pregunta es ¿por qué no se elimina el fuera de control?
¿Qué aporta a las carreras de hoy en día eliminar a un corredor que llega tarde porque ha tenido un mal día? Porque si llegan de 20 en 20 saben que están salvados. No pasa solo en La Vuelta. Ha pasado en el Tour (2011 89 fuera de control; 2001 161 fuera de control) y volverá a pasar porque un organizador no puede permitirse dejar al pelotón reducido a la mitad, cuando aún tiene compromisos publicitarios que cumplir con diputaciones, marcas y patrocinadores.
Para dejar fuera a todo el Direct Energie, a 8 del Bora, FDJ, Lotto-Jumbo y al todopoderoso Sky hay que tenerlos muy cuadrados. Pero, ojo, igual se hubiesen disparado las audiencias. Un hecho insólito a nivel mundial, sin precedentes, una carrera loca para romper todas las estadísticas. Una decisión valiente como la que sí se tomó el año pasado, cuando la carrera expulsó a todo un Vincenzo Nibali por agarrarse del coche de su director.
[adrotate banner=”4″]Este año no ha podido ser. La carrera se hubiese quedado sin chicha y a merced de los Movistar. Con un Froome arropado todavía queda batalla. Y quizás sea lo mejor para el espectáculo, pero no así para la imagen. Una razón al menos para la reflexión. Señores del ciclismo, si el fuera de control no se va a aplicar nunca, al menos suprímanlo. Como cuando quitaron esa absurda regla de que no se tenía que llegar a meta con las mismas prendas con las que se salía.
Así al menos, los pobres que se han atrevido a protestar, los incansables De Gendt y Bakelants, no tendrán que estar siempre escapados. Que yo pensaba que eran los más combativos del pelotón, pero debe ser que no han hecho muchos amigos dentro y prefieren meterse siempre en escapadas…
@Jan_Bakelants @lavuelta same feeling. They didn’t make an effort to get close to the timelimit
— Thomas De Gendt (@DeGendtThomas) 4 de septiembre de 2016